Hoy quiero hablarles de una calle, calle que de tanta simpleza me avasalla, calle de noches sin candado, calle de mis sueños, sueños que hoy comparto.
Mientras me voy conectando a mis sentidos, voy hilando esta ilusión y así les cuento...
Que maravillosa tarde, me voy ubicando, mientras el sol calienta, calienta esa calle. Ya nosé si siento con los ojos o veo con el alma, sé que les hablo de una calle, calle que te huelo a tinto de noche y amargo de día, que te escucho a picadito por la siesta y noticias en la radio al mediodía. Calle que te siento olor a tierra mojada en el aire, que te imagino a murga sin ropaje, a inocencia bandida, a gente común, tan común que da envidia. Hoy quiero hablarles de alguien, alguien que jugaba en esas calles, que habrá pateado la pelota, y sino creámoslo; alguien que lleva la templanza de esas tardes, que lleva la crudeza, que lleva la alegría y también la pureza. Alguien que corrió, que dejo risas y saltos, alguien que secó mocos al sol y que quizá el sol también secó sus llantos; talvez con el alma un poco arrebatada, la mirada un tanto perdida y de seguro zapatillas gastadas... ¡pelusita! si habrá oído ese nombre esa calle...
Hoy quiero hablarles de un hombre, mas que un hombre, mi padre, una pelusita un tanto más blanca, un hombre de ojos que muestran el alma, de manos curtidas, de manos talladas, de esperanzas vivas, de sueños cortos. Un tipo humilde, simple, constante, un tipo que sí... es mi padre, es mas mío que de nadie, pero es para todos. Alguien que da lo que no tuvo, alguien que lo que no tiene le sobra. ¡Eso es lujo!
Alguien que se hizo solo, se hizo gallego pero se hizo. Hoy estoy hablando de valor, de voluntad, de perseverancia, sí,  ¡de triunfo! Hoy estoy hablando de mi padre, del mejor padre y lo digo sin pelusas en la lengua. Papa que me diste todo lo que no te dio esa calle, de ser así te habrá faltado mucho... porque a mi me sobra padre.