Destino:
Contra mí te levantaste.
Me enfrentaste
con sólidos sonidos.
Abriste bajo mis pasos grietas
y contradijiste todos los caminos.
Destino: Te aliaste contra mí con la pobreza
y me lanzaste tu sucio escupitajo.
Yo no me escondí: Te puse el pecho
que sangró como geranio rojo.
Me atribulaste con tus contornos grises
y me llenaste de viudez la solapa.
Pero contra tu llanto de locura
te confronté con verdades en las manos.
Poblaste de vidrios mis veredas
y a mis seres queridos me arrebataste.
Pero no pudiste con mi rubor fúlgido
ni mis manos lijadas por la arena.
La pobreza, fue enemigo terrible
que me dejó el pan del indigente.
Por mil lunas yo sobreviví
al pie de una indígena y su fuego.
No pudieron quitarme el calor
y conjugué a gusto el verbo amar.
Al final, destino
caíste descuartizado
y te enterré entre cenizas de camelia.
Hoy milito con los perseverantes
que mantenemos la vida tras los abatimientos.