Eran obedientes las mujeres castas
y sus maridos animales contentos.
Eran los tiempos antes de los salvajes
y de los elementos domados por la lluvia.
No había sangre en los círculos pacíficos
y se vivían realidades desnudas
pero la promiscuidad bajó en su hechura
y cegó a todos con dementes reflectores.
Desde entonces todos se hunden en su música
y aclaman a Baco como dios de lo indómito.