El nio de las esperanzas perdidas.
Publicado en Mar 20, 2010
Caminando sin rumbo fijo, así es como me encuentro en estos momentos y como en un día normal, como cualquier otro, vuelvo a sentir esta soledad que me llega desde todos los aspectos de mi vida. Es que nadie me comprende, ni lo quiere hacer, pero yo tengo tanto sueños, tantas ilusiones que jamás voy a poder cumplir, porque yo quiero...
Quiero tantas cosas, lo principal, lo que deseo con el alma, es escaparme de esta realidad que desgraciadamente me toco. Quiero compañía, quiero que me quieran, que me comprendan, que me escuchen y, más que nada, que me valoren. ¿Por qué a mí? Quiero ser un chico común y corriente, alguien que tiene las cosas que quiere, como la ropa, los juguetes, que tiene padres y amigos en los que puede confiar. Quiero sentir la seguridad de saber que tengo una casa cálida, un hogar, al que pertenece y no se siente abandonado. Detuve mi andar de golpe ya que de pronto, y sin saber cómo, choque con la visión de las vías del tren, algo que nunca había pasado. Un lugar que significaba un límite, mi mayor barrera ¿Qué habría del otro lado? Mi madrina siempre me dijo que no debía caminar más allá de él, nunca explico el porqué, a pesar de que muchas veces pregunte que habías más allá. Ahora, no hay nadie más que yo aquí, solo yo, como la mayor parte del tiempo. Ella jamás se enteraría si cruzara las vías, porque yo no se lo diría y nadie más lo haría, no quiero que se vuelva a enfadar y... No, es mejor no recordar esas cosas. Pero a pesar de eso, del miedo y las trabas, no soy de las personas que se quedan con dudas o con la curiosidad sobre algo, tengo, necesito, ver qué hay del otro lado. ¿Qué es lo que con tanto ímpetu me prohíbe tanto ella, como las personas, la sociedad, el mundo? ¿Por qué no me dejan saber qué es lo que ocurre del otro lado? Con pasos inseguros, mirando a mi alrededor, cruce las vías del tren y fui atravesando las calles de una ciudad descubierta recientemente por mí. Me di cuenta, apenas puse un pie en ella, que representa todo lo que yo quiero en mi vida. Todas las casas eran hermosas y estaban bien decoradas, los jardines bien cuidados, los arboles con hojas verdes y con sus distintas flores según el tipo de árbol. Era todo muy bello a mis ojos. Volví a detenerme, un poco asustado vi a dos chicos jugando con una pelota, y aunque quisiera, no avanzo. Es mejor observarlos desde aquí, con mis manos en los bolsillos, parado junto al naranjo de la vereda del frente. Pero mi plan de observarlos sin ser descubierto, falla, en un descuido de uno de los chicos la pelota rebota hasta mis pies. Los mire a ellos, mire la pelota y un poco inseguro la tome entre mis manos, me fui acercando paso a paso para devolvérsela. Se notaba mucho la diferencia entre ellos y yo. Dolía, y me causaba algo de envidia el ver ante mí a dos personas que eran justo lo que yo quería ser, que tenían lo que yo quería tener. Y, principalmente, me di cuenta lo injusta que es la vida. Una vida que nunca me dio la oportunidad para poder llegar a donde yo quería llegar, una vida que le da tanto a unos, como ellos, y que a otros, como yo, no les da nada. Entonces, justo en el momento en que les entregue la pelota en las manos a uno de ellos, desee con todas mis fuerzas que fueran mis amigos.
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florencio
SALUDOS
gabriel falconi
es como una descripcion de lo que se ve en la calle
es lo qe deben sentir tantos chicos por ahi
muy bueno