De mesas y sufridos
Publicado en Apr 07, 2010
"De los cielos el hijo de Dios vendrá
y aliviará nuestros sufrimientos. Se sentará en nuestra mesa y nos enseñará a partir el pan y beber su sangre", me dijo la vieja ya sin aliento y con las pupilas demasiado desgastadas como para ver los nubarrones de mañana que van asomando por el horizonte. "El Mesías caminará entre cuerpos putrefactos, caminará por desiertos donde la misericordia no era mas que otro espejismo y caminará con frialdad por entre la nada y el todo sin extender su mano a los sufridos del suelo que aun conservan calor en el vientre. Se dará cuenta que ha llegado tarde y seguirá caminando", me decía un desconocido desesperanzado que cartoneaba por los andenes. "No existe el mesías, el hombre domina la tierra y las estrellas comparten su dominio con la luna, el sol y las nubes. Acá abajo es nuestra jungla, donde los carnívoros acechan a las manadas y compiten por quien come más", esto decía el león viejo del zoo de mi ciudad. Hace rato no escucho su rugido de madrugada, que será de él. "¿Seguiremos esperando el fruto único y divino que algún día caerá en nuestras manos y calmará nuestra hambruna, al menos un rato, o sembraremos las semillas de viejos frutos extintos y cosecharemos nuestros propios frutos para jamás volver a pasar hambre?", me lo decía Cristo en un sueño, demasiado adolorido y cansado arrastrando su barba larga y gris, cargando con una cruz ajena en la cual todavía seguía clavado. "Hay cientos de Perones, Evitas, Guevaras, Sanmartines. Todos están acá, en nuestro suelo, solamente hay que permitirles brotar, ayudarles a crecer. Si lo hacemos va a llegar ese día, el de la cosecha, cuando nuestro orgullo se enalce por encima de los lacayos de los más poderosos y los mire a estos a la cara, esa sin forma definida y opaca, y mostremos la grandeza de un pueblo verdadero, de un pueblo libre", decía un loquito del borda que ya no hacía castillos en el aire pero se conformaba con pequeñas ilusiones que nadie mas veía.
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