El bisturí corto la delicada piel con una perfecta precisión. Desaparecieron de su rostro todos los signos de una larga vida. Ahora con una nueva piel, sin concavidades, sin labios, sin fosas nasales, sin boca, sola la superficie lisa y hermosa de una sedosa dermis lista para ser dibujada y concretada a su gusto y manías. A la semana le quitaron las vendas del rostro, no pidió un espejo, no hacia falta, solo se palpo con las yemas de los dedos su nuevo rostro, liso y suave, solo dos pequeños y casi imperceptibles hoyos por donde respirar. Satisfecha por la cirugía se fue al neurocirujano para explicar sobre la lobotomía que deseaba hacerse pues ahora quería borrar todo recuerdo de su alma.