Conmigo fue proverbial la providencia
que me acercó a tu continente amado.
Yo venía de mis raíces ácidas,
de rapar mi cabeza en otros mundos.
Descreí de las cosas ideales
y de la inexistencia de lo paradisíaco.
Hasta que ví la jungla de tus bajorrelieves
y la sombra que dabas al sicómoro.
Hoy vivo bajo tus ojos ambarinos
y el zigzagueo de tus abrazos amados.
Fontana de Luz: Abriste de nuevo mis ojos
y sólo la sepultura volverá a cerrarlos.