Psychothropic (psilocybe cubensis)
Publicado en Apr 15, 2010
Soy feliz. Lo siento en cada suspiro de mi pecho henchido. Feliz porque hube encontrado, en aquel pastizal que sudaba rocío, demasiados hongos, tan erguidos y asoleándose en dispersos islotes de estiércol. Confeccioné un ramo y abandoné aquel potrero cruzando el alambrado. Los cebúes se estaban empezando a incomodar. Esperando la llegada del ómnibus, sentado en una maraña de venas en la raíz de un enorme ceibo centenario, vetusto centinela a la vera del camino de tierra roja, reposo en la sombra. Un perro flaco, resignado a la sarna y a la supervivencia en la basura humana, se acerca moviendo la cola (el "alegrómetro" diría Isabel). Lo espanto con un chistido. El cielo, tan límpido como suele serlo en los inviernos misioneros, parece agradecido de que el sol estival haya llevado su prepotecia hacia otros lares. Quizás por aburrimiento doy un pellizco al ramo purpúreo y sangrante, para saborear todo lo rancio en sus sombrerillos acampanados. ¿Acaso siquiera puedo llegar a casa para preparar un digno tecito? No, no veo la hora de viajar. Brilla, aún lejano, el parabrisas del bondi suburbano; se acerca el once catorce, envuelto en la misma polvareda que eleva para teñir de ladrillo todo lo verde que explota en las banquinas de las laderas. Alzo la mirada y descubro al planeta envuelto en una burbuja, veo al viento en mareas conformar esa cúpula que nos sostiene y contiene al ceibo, al perro y al ómnibus que espero; intuyo que con el Congo hará lo propio; esos mismísimos dibujos que ejecutan las mareas de viento son los que han sido reproducidos, en tallados circulares, en la piedra de los santuarios mayas. El ojo inmóvil en el cénit, un ojo nocturno que domina el devenir, hace rotar todo lo existente. Yo soy. Un ave zurca el espacio y el tiempo. Entre temblores y gruñidos que me dicen veloces "estás-éstas-estás-éstas..." arriba el cacharro once catorce. Cshhhhhhh, hace la puerta como en "Wellcome to the machine", de Pink Floyd. Saco boleto. Me voy. Viajar en perfecto presente, por delante del ómnibus, volver la mirada atrás y ver al pobre once catorce hecho una mera y difusa estela en el pasado, tosiendo polvo, humo y diesel. Viajar en el perfecto presente como lo habrá hecho Chuck Yeager, volando hacia ese mismo ojo nocturno, a punto romper la barrera del sonido a bordo de su legendario y tembloroso Bell X-1 pronto a desintegrarse, olvidándolo todo, incluso el hecho de que el Glamorous Glennis tuviera sujeta la escotilla con un vulgar palo de escoba. Sí. Me siento todo un pionero en el aire cuando mis alas se hinchan al viento, y me elevan.
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inocencio rex
nydia
Excelententisimo!
inocencio rex
gabriel falconi
saludos
Hoz Leudnadez
Roberto Langella de Reyes Pea
inocencio rex
Hoz Leudnadez
inocencio rex
gran abrazo, poeta.
inocencio rex
jajaja...
gracias por lo de pionero, amigo.. me pone incómodo porque me parece un elogio tremendo, casi excesivo y que no me merezco..
y gracias, robert por decirme linda.. jajaja.. besotes
Roberto Langella de Reyes Pea
Mara de la Paz Reyes de Langella
Sólo te pido de favor, que después de usarlo, lo limpies muy bien antes de regresármelo... ¡snif!
Roberto Langella de Reyes Pea
Mara de la Paz Reyes de Langella
Y tú Rex!!! ¿Cuántos mangos me vas a pagar por la virginidad de Roberto?
inocencio rex