Esta solo, pero en su soledad se alimenta con ellos, con los sueños de sus letras que viven y reviven cada vez que abre una de sus páginas... esta solo, pero no importa porque ellos son sus fieles compañeros y la razón de lo que es...
Al principio todo era amor, cariño y mucho sexo, y así sin darse cuenta se fue metiendo en su casa, primero dejo ropa intima, después el cepillo de diente, poco a poco fue ganando espacio, hasta que un día sin pensarlo le dijo para vivir juntos. Maravillosa semana de compartir el excelso amor y su práctica lujuriosa, pero un día cuando descansaban después del suplicio placentero de la fornicación, dijo "hay que pintar el apartamento", la miro de reojo y se le lanzó encima para proseguir con el pecado divino del amor. A la dos semanas ya había cambiado el living room, el cuarto donde a toda hora practicaban el Kamasutra lo lleno de monstruos diminutos, peludos de ojos grandes y plásticos, odiaba a los peluches, sin embargo el amor le hizo cambiar y entre almohadones, seres de felpa y muñecas de trajes antiguos proseguían en su afán de amarse con locura.
El baño lo convirtió en museo de las cosas mas kitsch, alfombras y tapapocetas de flores y muchos faralaos, el pobre water closet o inodoro que antes lucia su belleza blanquecina ahora parecía bailarina de flamenco, no obstante no le dió importancia porque la ducha y la bañera seguían cómplices de sus excesivos remojos y ternuras acuáticas. Y no hablar de su camioneta del alma, le puso en el espejo retrovisor un pañuelo violeta con un rosario y una estampita de la Virgen de la Rosa Mística y que para que los protegiera en los grandes viajes que hacían a hoteles y nidos amorosos, no le dió importancia porque la amaba demasiado para contradecirla.
Pero un día toco lo intocable, sin darse cuenta cuando dormía, se metió en su estudio, en su biblioteca y empezó a meter en cajas sus sagrados libros, quería deshacerse de Baudelaire, de Gorki, de Tolstoi, de sus queridas Alfonsina Storni y Juana de Ibárbourou, de su Rosalía de Castro, de sus griegos favoritos, de Mishima, embalo a sus amadas Bronte, Austen y Yourcenar, a la Beauvoir la separo de Sartre y la tiro junto con Tomas Moro y Santo Tomas de Aquino en una caja de zapato que decía donación al colegio tal, con entusiasmo de niña tonta empezó a remodelar su templo sagrado, el santuario de sus grandes amigos, a Neruda y sus 20 poemas de amor sin querer rayo, escribiendo en él las medidas que tenía la habitación violada, porque en su diminuto cerebro quería demoler lo existente y convertirlo en el cuarto de costura. No se hablo más... hicieron el amor encima de Cortázar y su Rayuela, de Dickens y La Historia de Dos Ciudades, fueron testigos de aquel apasionado amor, Shakespeare, Miller con sus trópicos, Vargas Llosa y sus visitadoras, Amado Nervo con su Tieta y sus cabras locas, Cervantes y su Quijote, Shen Congwen, Isabel Allende, Anaïs Nin y Mark Twain entre otros... después de la caliente sección recogió sus cosas y le dijo Adiós. Por supuesto, lo maldijo, lo llamó ser sin corazón, mal nacido y demás adjetivos y calificativos innombrables cuando le expliquó sus razones, rompio estantes, las hojas y libros salían disparados por la ventana y el Diccionario de la Real Academia Española se lo aventó en la cabeza... pero para el todo había terminado.
Esta solo, pero en su soledad se alimenta con ellos, con los sueños de sus letras que viven y reviven cada vez que abre una de sus páginas... esta solo, pero no importa porque ellos son sus fieles compañeros y la razón de lo que es.