Aun alma en pena se ha convertido lo que alguna vez fui, si, triste soledad que ahora me acompaña  y golpea sin clemencia el doloroso recuerdo de su ausencia.
A un centímetro de el, en la distancia de un tiempo lejano y remoto, como no recordarlo en cada suspiro, en cada mirada hacia la cama, como olvidar que lo besaba cada noche y al despertar era el  quien a mi lado susurraba la dulzura de un te quiero.
Como no dejar de pensarle  en cada instante, al cruzar la calle la sonrisa indolente de la gente que aun se burla de esta idiota ilusionada por el regreso de un cuerpo extraviado entre el cielo y el infierno.
Así es, no lo volveré a ver  hasta que mi cuerpo deje de responder a las caricias primitivas de algún loco perdido que intenta revivir un cuerpo sin ganas de sentir  y eso lo sé, así es, resulta frustrante la idea confusa de esperarle.
No sé si el me escucha, no sé si el me ve, solo sé que mi alma vagabunda lo desea como aquella vez que lo vi y me enamoré.