Siempre Vieja
Publicado en May 16, 2010
Vieja, siempre vieja, así fue como te conocí, con tu saya negra y tu chal doblado al cuello, como al cuello iba la soga que, te quitaba el aliento mientras caminabas con pasos lentos y forzados por la tristeza de tu cruel verdad. Tu soledad como tu bondad en los brazos, brazos que dejaron de tocar a ese que se fue y a quien no viste más. Con tus arrugas prematuras como prematura fue la muerte de tu hijo, con esos ojos de hembra que fue un día y que recibió en su entraña el fruto del amor, y con esos ojos de ahora marchitos perdidos en el tiempo y en los recuerdos; y de tu boca de la que solo sale rezos por aquel que se fue y no se despidió. Mi vieja, mi siempre y querida vieja, la que me contaba cuentos en mis noches de fantasía infantil, la que me contaba de Genoveva de Brabante, la que me enseño a querer a Dios y al prójimo, a compartir mi mesa con el hambriento, la que me enseño a querer al padre del retrato, al que le faltaban los zapatos, la que me dio calor cuando más frío tenía. Hoy con solo mi amor en mis manos, llenas pero muy llenas de amor, quiero darte las gracias abuela, por haberme querido casi como aquel, tu hijo, el que se fue sin despedirse ni de ti ni de mi, y temiendo que en el ocaso de tu vida Santa, puedas entender que siempre te he amado y te amare. Mi vieja y siempre querida Vieja María Osorio, mi abuela.
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leticia salazar alba
rebeca fuentes