TU
Publicado en May 23, 2010
No veas. Sólo siente. Siente y escucha. Escucha y olfatea. Degusta y saborea. Paladea, huele, palpa, acaricia. No voltees. La venda sólo está en tus ojos. Detrás tuyo recorro tu espina con la yema de los dedos, despacio, arriba y abajo, subiendo por los hombros y bajando por tu costado, cual alpinista buscando la cima, el éxtasis, el Samsara o el Nirvana, recorriendo la cintura y esas caderas que han asentado la vida. Presiento tu sonrisa, los dientes apretando los labios, despacio, sólo para sentir que ya queman. La lengua pegada a los dientes, ávida de sentir, de gozo y ternura, de amor y lujuria, perdición y redención, todo en uno. Trémula y calma, volteas y te me acercas, con los pechos turgentes, los pezones enhiestos y desafiantes, el rostro tímido hundido en mi pecho, gruñidos silentes y ronroneo quedo, invitando a la primera vez.
Te tomo y alzo, y asunta suspiras, ya sobre mi cintura, entrecruzando esas piernas dignas de mármol, los talones en mi espalda, la boca en mi boca, el rostro serio buscando mis labios. Las manos, esas manos que adoro, que a besos cubro y cuyos dedos busco en el cine, para saber que estás ahí, que no soy yo inventando que estás. Esas manos se deslizan por mi rostro, presionan y buscan mis ojos, síncronas con las mías que ya navegan tus muslos hasta llegar a tus nalgas de musa, de sílfide, de ninfa o náyade, o nereida o nixe. Separo las carnes, respiro en tu cuello, muerdo tus hombros, hundo mi lengua en tu oído y ya jadeas, conmigo adentro, a mi ritmo, a tu ritmo, carrusel de emociones, sudor salado que bebo con gusto. Temblor al unísono, un grito apagado recorre tu vientre hasta llegar a tu garganta, donde transmuta en gemido, el más dulce, aquél de la pequeña muerte, orgasmo y solaz que termina en sonrisa, y el beso más fuerte que me han dado en años, hoy, contigo, mi musa.
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Ale
Pablo Kurt