Hoy fui caminando hacía aquél bosque. El vacío se compenetraba en mí y éramos uno con la nada; yo era la nada misma y representaba aquél sentimiento… Caminaba como una sombra alrededor de los árboles que hablaban entre ellos, se decían palabras incoherentes y absurdas, se reían del viento que pasaba a su lado.
Hoy no, mañana tampoco, pasado quizá, después de 10 años caminando alrededor del bosque me sentí perdido. Mi mente jamás se rindió. Una gran admiración por parte del sol al ver que un ser siendo un punto quería convertirse en algo más… Pero ¿Por qué quise caminar hacia la nada, teniéndolo todo?, en realidad lo único que tenía eran cajas, aquellas que no servían para nada y no hacían a la felicidad; quise buscarla entonces en la naturaleza.
Sin embargo, las nubes a veces querían pintar mis días en gris; mi mente se mantenía en alto, y no se dejaba llevar por el odio; al fin aquél amor hacía la naturaleza podía más. No importaba cuánto tiempo estuviera buscando aquella dichosa felicidad o cuánto tiempo las nubes estén complotándose para intentar borrar mi sonrisa de mi cara, cuánto tiempo aquellos árboles estén hablando detrás de mí sin que pueda oírlos. Era yo frente a la magnificencia del universo y nadie podía diezmarme, no podían borrar mi enaltecer hacía lo que había elegido.
 
16 de mayo de 2010.