Sólo puedo recorrer mis huesos
deshechos uno a uno
cenizas de cantutas ancestrales
mutilados  aún  por los recuerdos que
en fina lluvia ingresan quemando
sol de un planeta abandonado
el silencio es un lugar privilegiado;
             ahora la  angustia tiene ojos
y la sombra en la tarde
             está agazapada.
Sólo puedo recorrer  las versiones
                           de mi cuerpo
              recogidas en el camino
mi piel está roja
los poros abiertos
el viento helado entra
        la sangre  brota
de la herida
Frías son  las montañas que crecen dentro de
                   mi corazón  vixiado
¿Son una, dos, tres, cuatro más las muertes?