Parte 6
Publicado en Jun 04, 2010
(continuación) Luego las visitas de Sergio se fueron espaciando, a la vez que los pedidos de dinero eran mas frecuentes. Mientras tanto Julia se fue enamorando. Le propuso un viaje a Brasil que él aceptó, y cuando regresaron se separaron por varias semanas , porque él, cortesmente, dejó las valijas en la puerta del edificio, y ante la pregunta de ella, dijo que no, que no iba a entrar, y que la llamaría por la noche. Julia sabía de memoria el significado de esas palabras. Con su despecho a cuestas subió al ascensor, ventiló el departamento, y se sentó a escuchar el disco de Gato Barbieri. Luego echó una mirada a sus telas. Se levantó, abrió el piano, rozó con la yema de sus dedos las teclas. No sucedió nada especial en Brasil. No hubo peleas, pero tampoco él se mostró demasiado interesado. "El tiempo y el amor son pájaros que siempre emigran juntos", pensó; y jugó con esta frase durante toda la tarde, a partir del momento en que la descubrió. Gato Barbieri no la sacaba de ese sabor amargo; dejó que el disco se fuera apagando, y buscó en su cartera el celular para hablar con Sergio, pero desistió porque el gusto amargo recrudecía. Meses después de ese acontecimiento Julia escucharía los verdaderos sentimientos de su corazón respecto del bebé. Desde luego que había pensado en un cochecito, en una mantita, en un sonajero. También en cuál sería su carita al nacer. Pero se llenaba de miedo cuando pensaba que lo más importante en su vida era Sergio. Se convenció cuando tiempo después en ese bar, esa tarde de lluvia habló con Sergio. Se dió cuenta que no servía contarle esperanzas y miedos. No servía decírselo en ese momento, y calló. Sergio sabía lo que hacía, y le procuraba una especie de satisfacción saber que se estaban ocupando de ella, y que volvía a ser alguien para ese hombre que en una tarde lluviosa la amara, aún después que ella hubiera fugado.
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Hoz Leudnadez
Guillermo Capece
Elvira Domnguez Saavedra