UNA MADRE UN HIJO
Publicado en Jun 09, 2010
La madre de Aldo Marcozzi recuerda un episodio:
"Llegó la clausura del año escolar,. Fui, como siempre, por Aldo. Con gran satisfacción vi sus magníficas calificaciones, y en su pecho la medalla de oro de primer lugar. En cuanto regresamos a casa, Aldo me echó los brazos al cuello, diciéndome: __ Mamá, dame un beso por todo lo que te quiero, y también por las calificaciones que te traigo; he estudiado todo lo que pude para hacerte feliz. Luego se quitó la medalla de oro que había ganado, y la colgó en mi pecho, diciéndome: ___ Mamá esta medalla no la gané yo sino tu. Embargada de emoción, le contestéw: ___ No, Aldo; la ganaste tu y con grandes sacrificios. ___ Esto es cierto; pero tú, Mamá, siempre me has seguido y alentado: ¡ me has ayudado tanto, que esta medalla es mía y tuya a la vez! "Los apóstoles laboraban evagengelizando, y el Señor colaboraba con ellos" (Mc. 16,20; P'R 23, 24-25; eCLI 3, 1-8)
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