La tarde iba muriendo sin saber que mi vida se estaba marchando en ese crepúsculo, en cada suspiro que no lograba sacar de mi mente.
Llovía pero aun así hacia mucho calor, apenas llevaba unos shorts y una playera de tirantes. Ni siquiera me importaba. Mi confusión era mas grande.
En esos momentos, mi corazón latía débilmente, casi como si no le importara latir mas, como si la razón de cada latido se hubiera esfumado. Y yo no entendía por que; yo amaba a ese hombre con cada fibra de mi ser, con cada dolor que me había provocado. Lo amaba con tanta pasión que me contaba creer que mi corazón no reaccionara ante su recuerdo....
¡Ah! De pronto otro rostro me lleno la cabeza y mi corazón volvió a la vida, como si ese recuerdo si le gustara mas que el otro. Me resultaba difícil no pensar en el aunque trataba con todas mis fuerzas, no entendía como un completo extraño se había metido en mi cabeza y me había hecho dudar de...NO NO NO jamás me haría dudar de lo mucho que quería a...pero ¿Qué pasaría si...? Ahora el protagonizaba mis sueños y me encontraba pensando en sus ojos, sus labios ...todo el tiempo.
Las lagrimas se me desbordaron de los ojos cuando mi mente y mis latidos lucharon para ganar, mi mente decía que no podía amar a ese extraño y mi corazón simplemente le decía a mi mente que se estaba mintiendo a si misma y que evitarlo nos haría daño a los tres.
Era como tener un numero uno y un numero dos, ambos tan hermosos a su manera:
Del numero uno me fui enamorando tan paulatinamente que me di cuenta mucho tiempo después de haberlo conocido de cuanto lo quería, siempre estaba listo para protegerme de quien fuera, siempre dispuesto de ser lo que yo quisiera que fuera : un amigo, un novio, un amante. Para mi sorpresa el también me quería, no sabia a que grado pero jamás me dejaría sola, siempre estaría para mi, por que era MIO. Pero ¿yo también era suya?
El numero dos era...arrollador; una tormenta. Imparable. Era tan serio, tan hosco y tal violento...pero eso me ponía en las nubes. Era malo. Ahora sabia que me gustaba esa clase de hombre, uno que tuviera tanta ira en su interior que incluso pareciera cruel y desalmado.
Pero aun así me había protegido de muchas cosas desde el silencio, siempre actuando como si yo no le importara, como si fuera su obligación, aunque yo sabia que era un disfraz, una mascara de iracundo. Desde que lo conocía hubo una atracción incalculable, amor- odio, pasión sin limite; era palpable, cada vez que lo tenia cerca, como querer besarlo y pegarle después.
Lo peor no era eso, si no que él y mi numero uno se odiaban mas que a nada, era una pelea a muerte en donde yo estaba en medio.
¿Qué podía hacer ahora? Estaba total e irrevocablemente enamorada de ambos.