En la casa de Robertito Botante o Historia de los Juegos Satnicos. (cont.) Parte 11
Publicado en Jun 13, 2010
Prev
Next
(continuación) 
-Marcos escribió que primero podía ser un músculo del antebrazo o una vena del cuello- contaba Robertito- pero te sigo leyendo- y apuntó la linterna hacia el diario.
"Márgara, Márgara, me muero, me marchito; dejame, por favor."
-El diario está en poder de papá -comentó- pero yo lo pude leer por primera vez a los doce años. Sé el lugar donde lo guarda, y a veces lo busco para releerlo, como ahora; y me conmueve
cuando leo que Márgara era implacable. Y a él le gustaba que fuera así.
"Mis gritos eran insostenibles" -siguió leyendo- y yo sabía que Márgara me besaría interminablemente, hasta comerme la lengua, hasta arrastrarme el paladar."
"Después venía, con todo el terror, esa música que se oía desde afuera. Y era maravilloso, casi insolente, que mi amada Márgara se acercara sólo para ver mi cara.
Robertito paró el relato de golpe. Pero Sergio insistió para que siguiera.
"Yo esperaba complacido, quejoso, tan niño que a Márgara le daban ganas de sostenerme en sus brazos y cantarme la misma melodía que se oía desde afuera."
"En ese momento, Márgara-demonio vestida de azul, subía a las esferas más azules, y me poseía desmedidamente, toda Márgara, amada Márgara, pelo y piel, ella sí con su piel intacta."
-En ese momento Márgara lo poseía -repìtió Robertito entusiasmado -o a lo mejor era el demonio, o los dos.- y miró los ojos de su amigo, iluminándolos.
"Nunca recordaré bien ese instante, ese soplo de agobio y de amor. Pero lo esperaba al final de la ceremonia. Sabía que era único, que podía irrumpir o tardar, como por ejemplo en los momentos en que todavía podía besar la lengua caliente de mi amada o del demonio, o aún después, cuando frente al espejo me veía sólo como transparencia."
-¡No terminó la lectura! -gritó Robertito al ver que Sergio hacía un ademán para irse.
"Entonces me levantaba como podía, y la coronaba recogiendo tierra y cubriéndole la cabeza con polvo fino que se mezclaba con sus lágrimas. Era una distinguida dama del horror, un verdadero demonio. Luego la envolvía en una manta, la subía en brazos, y ya en el parque bañaba suavemente cada parte de su piel y de mis heridas. Mandaba al mucamo a preparar compresas frías y Márgara las colocaba en mi frente."
-En la familia se conocen estos hechos con el nombre de "juegos satánicos"; la historia del viejo es pan comido -sonrió Robertito.-todo como en ese cuadro adjudicado a Corot. Hay un río  que recorre un campo oscuro, y que contrasta con los árboles dibujados suavemente; casi un pintor para el río, y otro, apacible, para los árboles. Atrás se ven dos cuerpos desnudos, abrazados. El de la mujer fuerte y el del hombre, desvaneciéndose. Seguramente la historia que te acabo de leer. 
Sergio dudó si esa historia había sucedido o era invención de su amigo.
Quiso salir. El pàrque estaba sereno y la noche suave. Hinchó sus pulmones y miró a su amigo.
-No terminó la historia- dijo él.
Sergio tuvo intención de huír; "este hombre está loco o se picó demasiado"-pensó. Pero se contuvo con la idea de cambiar la conversación.
-Te dije que Marcos tuvo muchas amantes. A él le gustaba jugar a la muerte. Yo ahora sé que se va a morir. Se va a morir dentro de mí o seguirá existiendo, no lo sé.
Sergio lo miró y quiso reírse, pero el tono de su amigo era compasivo.
-Quiero decir- dijo el joven amigo- y enseguida Sergio comenzó a tener un conocimiento anticipado de los hechos -que yo soy igual a Marcos, y a veces quisiera no serlo. La ilusión de ser Marcos debe morir aquí mismo, en esta confesión que te hago, amigo. Amo a las mujeres con una suave tortura, al principio. No te asustes, Sergio, te ruego que me escuches...-dijo al ver asombro en los ojos del otro.
-Luego pido perdón, soy vasallo de ellas. Pero después las someto, sin eso yo no puedo. Y ellas se rinden en esa lucha. Descubren que no saben separarse de mí, que me quieren, que me odian. Y cuando descienden al sótano, la violencia de ese lugar -había fascinación en su mirada-es agua que tomo con ansia; hasta que les limpio las llagas y quedo liberado.
Hubo un silencio. Robertito estaba desolado. 
Página 1 / 1
Foto del autor Guillermo Capece
Textos Publicados: 464
Miembro desde: Jul 27, 2009
1 Comentarios 641 Lecturas Favorito 0 veces
Descripción

Palabras Clave: historia casa confesin lectura diario

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Ficcin


Derechos de Autor: Direc. Nac. del Drecho de autor (G.C.)


Comentarios (1)add comment
menos espacio | mas espacio

Elvira Domnguez Saavedra

Interesante, ahora ese elemento de misterio, la preguanta sobre si son verdades todas esas anécdotas de amor desenfrenado o son producto de la genialidad de su narrador. Saludos.
Responder
June 21, 2010
 

Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.

busy