Fragmento de: Mi último orgasmo sobre las nubes que el sol no se alcanzó a fumar (Colección de textos sin ningún sentido) 2004.  (Una mofa sonsa a los niños góticos).
 
Solo en la poseía nuevamente, entre la monotonía que me producía su presencia las veinticuatro horas del día; y eso era aun poco. El revuelo entre las peleas y los besos se torna estúpido al momento de recordar lo que no es debido, reciclo los desechos de aquellos dulces momentos intentando volver a mí ser.


Ya mis lágrimas se esfuman y solo pienso en un cigarro, dos, veinte, cuarenta y cinco, nueve... yaaaa... Caigo sobre mis sueños como las aves que se estrellan sobre los dóciles arbustos de mi inconsciencia, de mi indolencia.


Miro por la ventana pero todo es tan igual: tan gris, vacilo al momento de asearme y salir a la calle y fingir que todo está en orden para mí.


Poesía y dolor, poesía y café, poesía y tristeza, poesía y vida, poesía y amargura, poesía y alegría, poesía y felicidad, poesía y muerte, poesía y nada, poesía y yo.

¿Poesía?
 
Si abrirme un hueco en la cabeza y observar con ese morbo como mi sangre adorna las paredes con una pizca de felicidad para algunos, entonces desearía herir a unos cuantos para recuperar mi sonrisa, si escribiese con su sangre y lluvia sobre sus lágrimas, entonces quisiese ser el más sádico poeta.


Me recuerda una triste historia donde los personajes eran sombras encerradas entre sus sombras y su llanto era tan cristalino como el odio que me corroe hasta el tuétano, el fragmento de una dulce melodía me recuerda al mejor de mis momentos de gloria: la soledad, mientras divagaba entre recuerdos de historias y momentos que solían sonrojarme o encolerizarme, pero solo eran mis recuerdos, mi mundo, mi tiempo, mi espacio, mis armas, pero ahora me fusilan, me apuñalan, me desangran y me escupen mientras intento romper esos grilletes que me atan a todo y a todos.