Fragmento de: Mi último orgasmo sobre las nubes que el sol no se alcanzó a fumar (Colección de textos sin ningún sentido) 2004.  (Una mofa sonsa a los niños góticos).
 
Entonces de sus ojos nacían un par de gotas que se desvanecían en mis labios. Daban las 3 PM sobre la carretera, el brillo del sol golpeaba mi cara y aunque mis dedos estaban congelados no soportaba el calor sobre mi rostro, se desvanecían los karmas y escaseaba la respiración. Una cuchilla se afilaba en sus venas, un adiós sobre las nubes se escuchaba entre sollozos de una tarde extraña.

Ilusiones y deseos marchitados entre gritos punk y nicotina, mi llanto y permanentemente una canción que describe todo lo que no soy, ja ja ja, que patético me siento al sentirme tan solo, me absorbe la soledad y las ansias de estrellarme contra el fuego se hacen cada vez más recurrentes. La fe abandonó mi alma hace ya mucho tiempo.

Me siento en el borde de la luna y lanzo gargajos contra la tierra, ¡¡¡soy el dueño del mundo y danzo sobre su pútrido cadáver!!! Soy el extraño que viola a sus esposas y mata a sus madres, soy el eco del mundo, soy el desquiciado que muere pero aparece en sus sueños, mi morbo es su miedo, sacio mi hambre de sus temores y vuelvo nuevamente a despertar.

Épocas de sangre: sobre las negras montañas de miedo y agonía deambula mi alma, nuevamente estoy en infierno... suspiros y bocanadas de humo, el azufre nutre mis más oscuros y mórbidos deseos, las aberraciones me poseen y me doy a la carne.

¿Quien puede verme a los ojos?
Ahora soy una bestia que se alimenta de sombras, funestas imágenes es lo que observo entre la lluvia del Iblis; seres descalzos sobre la calina, el vapor consume sus pies mientras sus almas son absorbidas por una gigantesca oz.

Poesía desde un antro:
El opio se aferraba ella desde lo más profundo de su trémulo corazón.
 Las flores se marchitaban
Mientras yo besaba sus paralizadas mejillas.
Las nubes se abrían
Y se ennegrecían
 Formando sobre nuestros cuerpos un torrente cósmico
De flagelantes caricias
De lascivos golpes que acababan en un aquelarre venéreo.
La sangre de sus venas recorría sus cabellos
Cada mordida que le propinaba a sus pechos era cada vez más débil
 Y menos carnal.

Desnudo me hallo sobre el valle del tártaro, dopado con sus recuerdos para no sufrir el dolor de su ausencia, la putridez que despide la infernal selva que rodea este valle me hace delirar mientras me enviajo sin sentido, la oscura bruma se posa a mi lado y adopta la forma de mujer, adopta una forma cristalina pero enigmática, entonces sospecho que he vuelto a esa carretera donde el sol azota mi cara y mis venas se desgarran y me señalan la salida de este abismo.