Fragmento de: Mi último orgasmo sobre las nubes que el sol no se alcanzó a fumar (Colección de textos sin ningún sentido) 2004.  (Una mofa sonsa a los niños góticos).
 
Eran como las tres de la tarde entre la lluvia desde mi ventana, deseaba un cigarrillo mas que a nada en este mundo, los minutos pasaban y las gotas se hacían mas débiles, lentamente cesó de llover mientras unos tenis viejos se preparaban para patear los charcos. Salí a aquella tienda de la esquina a comprar cigarros y media botella de ron, entre los recuerdos de besos y caricias que murieron hace años, allá estaba ella cruzando la acera, me acerque y le pregunte que la traía por mi casa y me dijo que solo quería caminar; puso en beso en mi mejilla y le di un fuerte abrazo mientras el frio congelaba mis dedos, dio un par de pasos y me miro mientras le invitaba a unos tragos; me dijo que quería verme y por eso estaba allí entre la lluvia.

La invite mi casa para que se secara un poco y esperara a que la lluvia pasara, la toalla acariciaba su empapada tez, le di un par de besos en sus frías mejillas y me abalancé sobre ella en un son de vehemencia, le ofrecí otro trago mientras llevaba mi mano a su blusa en un instante de instigación, el invierno se volatilizó en mi habitación mientras los cuadros que colgaban de sus paredes eran testigos de aquel crudo momento.

Lentamente y sin prisa la desvestí, la acosté en mi cama y dibuje su silueta con la toalla, le ofrecí otro trago con mi boca y luego la abracé en forma tal que nuestro derredor giraba y se detenía en la punta de sus pezones, suavemente me acosté sobre sus muslos y bese su concha con ternura y demencia, sus líquidos brotaban sobre mi cara y el deseo de poseerla me consumía, lo volteé y recorrí su espalda en una eterna caricia, besé su nuca mientras notaba como se le erizaba la piel, la agarré de la mano y la giré nuevamente, Sober de Tool acompañaba ese irreal momento.

No podía creer que nuevamente ese frágil y excitado cuerpo estuviera sobre mi cama, lentamente la penetré mientras la lluvia se hacía más fuerte en la ventana, sus gemidos se confundían con el sonido de asfalto azotado por el agua, fundimos nuestra sangre en mi habitación mientras el mundo real se sometía a los sollozos de Iblis; masturbábamos nuestros recuerdos a tiempo que nuestras lagrimas nos laceraban la piel, en ese momento recordé el motivo porque todo era irreal, porque solo fue un dulce momento con aquella mujer de escasos 16 años. Lo recuerdo porque solo fue una tarde de invierno y deseo, su llanto perforaba mi pecho y sus gemidos alimentaban mi ego.

Fue un triste momento donde nuestros apetitos nos obligaron a darle fin a una historia que difícilmente tuvo final, fue un triste momento donde la pasión solo nos obligó a llorar, fue un triste momento donde la lluvia solo debió haber cesado al tiempo en que llegábamos, fue solo un instante donde el dolor desaparecía mientras los andenes se secaban, fue un crudo momento donde el adiós nunca se dijo pero se acordó un definitivo hasta luego.