Confesiones de un antropfago enamorado.
Publicado en Jun 24, 2010
Fragmento de: Placeres Caníbales Descifrar el misterio de las pasiones es casi como querer ganarle la partida a la muerte, todos lo intentamos pero al final nunca lo logramos. Son días de pánico los que he vivido meses atrás, entre la monotonía de los climas extraños, pensando en ausencias mientras curaba las cicatrices más profundas que mi ángel microscópico no alcanzó a cerrar por completo, tal vez por estar jugando con el simio drogadicto o solo porque se estresó de los lamentos de un desquiciado lagarto. Hoy es una de esas extrañas noches en las que permanezco en vilo azotando el teclado de mi ordenador, jugando con las letras hasta crear agudas palabras que suavizan mi sentir, mis culpas y mis miedos y a la vez me alejan un poco de esa estúpida analítica idea de encontrar los enigmas de la pasión. En estos momentos estoy seguro de que es amor y mas que amor, eso lo que siento por aquella mi dulce chica de ojos tristes, aquella quien llena de magia mis días y mis noches, incluso llena de acidez mis psicodélicos sueños, altera los blanco y negros que consumen mi cabeza llenando de color aquellos sombríos pasadizos de mi manicomio mental. La sangre se ha agotado pero mi deseo de consumirla permanece latente, de devorar y saborear una a una las partes de su cuerpo, de lamer su delicada y tersa piel y tragármele hasta su respiración mientras la ataco con mis letales besos purpuras, como la niebla de Hendrix que se hace densa mientras cae la noche en el Jardín del Odio, mientras los estridentes riffs de su guitarra desgarran mi alma y me convierten en ese demonio nocturno que se alimenta de los placeres que Jesucristo nos enseñó mientras nos ofrecía su santa carne. Soy un ser de la noche que se alimenta de su momentánea ausencia mientras deseo consumar aquel apetito de besar sus labios nuevamente, mientras la observo a los ojos y con mis manos acariciando su hermoso rostro le digo que es un bello regalo que me ha dado la muerte antes de llevarme consigo, que debo cuidarle y amarle mientras ella así lo desee. ¡Has llegado a mi carnicería y un rio de sangre se ha extendido sobre el suelo para darte la bienvenida! Ahora eres parte de mi infierno, parte de mi cocina, y los estridentes riffs de Hendrix sonarán eternamente mientras nos devoramos mutuamente como un par de caníbales hambrientos que se nutren de pasión, de carne, de sangre y de amor. Ya no pretendo encontrarle sentido a los juegos pasionales, tampoco al amor ya tengo la recompensa que me ha dado la muerte por ser paciente, y ahora es en ella mi dulce chica de ojos tristes en quien quiero permanecer cálido en sus brazos mientras me susurra al oído que desde ahora será solo mía mientras yo insisto en envenenarle con mi amor, y el ángel microscópico se va de vacaciones después haber limpiado las letrina que atiborró mi pasado sufrimiento. Continuará.
Página 1 / 1
Agregar texto a tus favoritos
Envialo a un amigo
Comentarios (0)
Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.
|