En una cumbre tan lejana como cercana,
Para sus sentimientos compartidos,
Para el modo que tenían de amarse.
Una noche azul y estrellada,
Con media luna sonriente y muy cálida.
 
Una cumbre de todos los colores,
De mil formas, piedras y minerales.
Abrazada por cielos distintos,
De todos los colores al mismo tiempo,
Amaneceres, atardeceres, días y noches…
En el límite jamás visitado,
Donde se cruzan las cuatro auroras…
 
En el extremo que tocaba las nubes,
Y estrellas y suspiros siempre condensados y nieblas…
Sobre piedras preciosas y flores multicolor,
En un castillo de cristal,
Que solo a ellos les pertenecía…
Pasaron la noche entera,
Amándose entre el reflejo de miles y miles de colores,
Que todos los cielos,
Todas las flores,
Y todas las piedras preciosas,
Disipaban alrededor de sus cuerpos desnudos…
Mediante el reflejo cómplice, de una luna enamorada...
Junto a ellos...
Blanca, dándole vida en la noche a todos esos colores...
 
Sir Marian