Y bailaron…
 
Entre la gala del salón real,
Miradas…
Fantasías…
Vueltas y más vueltas disimuladas…
Mirándose…
Buscándose…
 
Tomando tragos de copas de cristal,
Suavemente esperando el milagro,
Viéndose por encima de sus bordes al beber,
E íntegramente al bajarla de sus labios,
 Cortando suspiros inoportunos…
 
En medio de la gala del salón real…
Conversando sordos y distraídos,
Con la realeza que los saludaba,
Fingiendo cortesía a los súbditos,
A los condes y Personalidades…
Mirándose y buscándose sin otro deseo mayor…
Solo el deseo de amarse…
Solos…
Al menos en miradas cercanas
Compartidas en una pieza de baile…
 
Llegó la melodía perfecta…
Esa que a ellos tanto les agradaba…
Y ambos, poco a poco,
Fueron disimuladamente acercándose…
Y al cruzarse en la mesa de las copas,
El besó su mano,
Y le rogó cortésmente enamorado,
Que le conceda el baile de aquella pieza…
 
Ella aceptó suspirando,
El la arrimo suave a pocos centímetros de su cuerpo…
Ambos consumieron tímidos
Y al mismo tiempo sutilmente desesperados,
El aroma delicioso de cada cual…
Y bailaron…