La mujer que me trajo al mundo
Publicado en Jun 04, 2009
La mujer que me trajo al mundo
Mi madre vivió su niñez sin rumbo como una enredadera salvaje que se desarrolla gracias al agua de lluvia que recibe. Así creció mi madre con la ayuda de una tía que le ofreció pan y agua. A pesar de que el puerto tiene una de las bahías más lindas del mundo, no la conoce. Hasta hace algunos años, su única salida al mundo exterior era el camino de casa al mercado y sus pláticas cotidianas con las vecinas. Estudió hasta el tercer año de la escuela primaria. Era tanta su inocencia que por un beso en la boca se casó con mi padre, apenas con dieciséis años. Creía que las mujeres quedaban embarazadas por el hecho simple de unir sus labios con los masculinos y era tan fértil que se pasó cargando en su vientre durante años, catorce niños, hasta que decidió no dormir más con mi padre. Esto no es exageración. Se separó completamente de su pareja, pese a que él intentaba por todos los medios tener contacto con ella no dejó que se le acercara más. Trabajó como una esclava para sus hijos, comprando, cocinando, lavando. Entre embarazos y el cuidado de sus hijos a veces perdía el control y esos momentos eran peligrosos a causa de que no medía consecuencias, y es así que empezaba a ahorcar a alguno de nosotros por alguna travesura. El desafortunado se salvaba gracias a la acción de rescate de sus hermanos. La madre encima del travieso, los hermanos encima de la madre intentando salvar a la persona en desgracia. Finalmente se lograba cuando esa pirámide se rompía con humanos, descendientes de aztecas, que caían exhaustos al suelo por el esfuerzo realizado. Naturalmente, ella se arrepentía de sus actos y todo quedaba en el olvido. Cuando vinieron los nietos se hizo cargo de ellos, aunque sin intentos asesinos. Ahora sufre las consecuencias de ese arduo trabajo, sus rodillas no funcionan más, tiene dolores frecuentes en la espalda, pero está feliz de no haberse convertido en asesina, y sobre todo, de haber salido exitosa en una de las tareas más difíciles: El de criar a los hijos. El único problema con ella, se dio cuando llevé a casa de mis padres una cantidad de cartones que contenían mis libros reunidos en mi época de estudiante e idealista, tesoro que considero más importante que un diamante y que no pude llevar conmigo cuando abandoné mi país por primera vez. En uno de esos viajes de visita a la familia, me extrañó que la esquina que había sido escogida para guardar esa cantidad de conocimientos, se encontraba vacía. Preguntando por la ubicación de mi biblioteca, me encontré con la terrible noticia de que mi madre había quemado "Veinte Poemas de Amor y una Canción Desesperada", "Las Venas Abiertas de America Latina", "Cien Años de Soledad", "La Selva Verde", "La Ciudad más Transparente", "La Tregua", "Doña Flor y sus dos Amantes", "Gabriela Piensa en..." y otros títulos de la literatura latinoamericana. Convertido en un perro rabioso, le reclamé por la estupidez que había cometido, y ella sin comprender mi agresividad, me contestó ingenuamente que ese espacio vacío sería ocupado por una hamaca que serviría como mecedora para su nuevo nieto. Dejándome sin palabras y con espuma en la boca, fui derrotado por el sentimiento de una abuela que había convertido la cultura en cenizas para dar cabida al sueño tranquilo y profundo de un recién nacido. Con el tiempo compraría y recuperaría esos libros que me habrían de acompañar a esos tres Continentes en los que he estado y cuando sueño que mi madre me habla en otro idioma, vuelvo a leerlos para que ella me hable entre sueños, en la única lengua que ella conoce, el español.
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Carlos Campos Serna
marina trujillo layun
Mil libros se pueden recuperar una madre nunca , pero ............nos disgustamos x tantas tonterias y lo digo x mi , esto me sirve para ir mañana a abrazar a mi mamá .
Un saludo
nora
MAVAL
en su inmensidad dadora de sabiduria...
celebrando la vida...y la vida es poesía viva...
Me encantan las abuelas y sus incontables arrugones
cada uno es un cuento ,un poema en este devenir...
lástima que perdí a mi abuela muy niña y
a mi madre ahora...recién empiezo a desplegar
los recónditos sentires del corazón amante...
Y como la tuya...en la ensoñación aún me sigue educando!
Saludos.Maval
oculta
Bella historia de amor.