Perdidos en la Nada
Publicado en Jul 23, 2010
Perdimos el rumbo. Apostamos, nos jugamos, nos proyectamos ilusionados. Todo estaba previsto. Todo. Hasta el más mínimo detalle. Todo estaba minuciosamente estudiado. No faltaba nada. Sólo irnos. Embarcarnos para la aventura. La aventura por un proyecto normal y simple: construir un futuro. La palabra estaba dicha, confirmada, comprobada. Estudiado el tiempo, inspeccionado el espacio. Un acuerdo. Una palabra. Una sonrisa. Una mirada.
Finamente calculado en espacio y tiempo con la mente fria, concentrada única-e-exclusivamente en la meta. Cuando de pronto la realidad se interpone con toda su fuerza y nos muestra otra vez su verdadera cara. De golpe, las personas no son las que creíamos; cuando nos dimos cuenta ya estabamos ahí, esperando la conclusión de nuestro tan venerado proyecto. La ilusión hecha trizas promueve una tristeza atraída por lo más profundo de la tierra misma. Todo se cae, derrumbando lo más sagrado: la confianza. La confianza en el otro. La confianza en uno mismo, la confianza en el destino, en la vida y en la propia intuición. Bronca, desasosiego, derrumbe de ilusiones, Golpe, ira, furia. Sin más que decir, sin más que hacer. Sin nada. Desnudos frente al mundo. Desnudo frente a uno mismo. Frustrado y exhausto. Sin fuerzas. Dolorido. La carne misma hecha pedazos. Todo está perdido. Y nosotros estamos… perdidos en la nada… Reflexión: Un proyecto puede tener este final. Pensamos en algo y le damos forma. Mentalmente nos proyectamos y vemos a través de nuestra imaginación eso que queremos lograr. Contamos con las herramientas necesarias. Hemos invertido en ese negocio que de seguro va a funcionar. No nos puede ir mal si le ponemos tanto énfasis, tanto esmero por mejorar, tanto esfuerzo por estar mejor. Pero no solamente eso. También arriesgamos y bastante. Hemos puesto en riesgo a la propia familia, a nuestra propia casa, a nuestro propio bienestar. Es ni más ni menos: El todo por el todo… La pregunta es: qué falló? Hay preguntas que no pueden ser respondidas con anticipación al hecho. Como el auto que se queda en medio de la ruta: aunque el dueño haya tenido la precaución de llevar el auto a un taller mecánico antes de partir, una fisura de un mísero contacto nunca manifestado antes, se corta en el momento menos indicado. Y ahí está el problema. Nadie lo había notado, pero estaba. Como se hace por ejemplo para saber antes de conocer el lugar, donde se va a trabajar, si la persona con la cuál hemos de tratar, es realmente aquella que creemos que es. Realmente sabemos quién es esa persona? En qué ambiente se maneja? Con qué personas está relacionada? Hemos averiguado, quienes son sus empleados o quienes la conocen de antes? Cuáles son sus ambiciones o qué experiencias tuvieron otros empleados para/con esa persona? Podemos ver que la palabra no alcanza? Ni el hecho de ver con los propios ojos el lugar. Hace falta más para no caer en la trampa. La trampa está hecha para los leones, los que corren ciegamente, no para el cazador. El cazador sabe como poner las redes, conoce todos los detalles, es un sujeto hábil y experimentado, sabe de intuición y análisis, y lo que más sabe es: seducir. La seducción mata al ambicioso. Cuanto más ambicioso, más fácil de atrapar. Y, lo que es peor y aún más triste: cuanto más necesitado, más fácil de engañar. Ahora bien, he aquí un hombre sumamente precavido, no da un paso sin averiguar primero por donde va. Hombre (o mujer) hábil y con mucho conocimiento. Una persona que conoce su destino y anhela mejorarlo. Se ha equivocado muchas veces en la vida y ha sabido aprender de sus errores. Conoce sus limitaciones y no espera más que aquello que sabe que puede alcanzar. No cree en muchas cosas, por ejemplo en la facilidad de conseguir lo que quiere. Siempre sabe que será difícil, siempre está preparado para el fracaso o el engaño. Sabe, que no alcanza con la palabra, sabe que una firma de puño y letra puede ser el camino directo a su propia muerte, sabe que el compromiso es un contrato entre dos, y que el contratista puede adueñarse de su vida a través de ese simple hecho en menos de un segundo. Pero lo que más sabe es que jamás se entregará por completo a ningún proyecto, por más glorioso que este pinte. Ya que cada proyecto, glorioso o ínfimo, implica siempre una parte oculta, la que aparecerá con seguridad en el momento menos indicado. Esa parte oculta es la que en el momento más decisivo, aunque te parezca injusto, te hará ver la verdad. Una verdad, que a veces es irreversible, cuando con suerte lo único que salvas es el pellejo. Por eso, si quieres ser una persona exitosa en la vida, no te dejes atrapar por la ambición, por más prometedora que esta se presente. Una ambición desmedida te puede llevar a perderlo todo. Piensa con la cabeza: los pies van donde tú quieres que vayan. No hay error que se pueda evitar. Sin embargo, sin errores no se aprende. La evaluación más adecuada es preguntarse: cuanto hay en juego en este juego. Cuanto se puede ganar y cuanto se puede perder. Confiar a ciegas es incoherente. Poner el proyecto en primer plano es suicida. El proyecto no es el fin sino el medio para estar mejor. Poner el proyecto como fin, es ponerlo en primer plano, es olvidar todo lo demás. Es caer en la trampa del enceguecido ambicioso desmedido. El ambicioso no evalúa, sólo calcula lo que va a obtener; a veces esa obtención nunca llega. La trampa es el deslumbramiento por el obtener más. Sin embargo, se puede obtener lo que realmente se necesita. Si quiero obtener una casa más cómoda, debo cuidar a la que tengo ahora, que no es tan cómoda pero me alberga por el momento. Sinó la cuido, es probable que la pierda. Entonces estaré peor que antes. Para obtener una casa más cómoda, es necesario producir o crear una forma para obtener más dinero. Si el sueño es un negocio propio, es necesario crear el espacio para que ese negocio pueda funcionar. No se obtiene un negocio de hoy para mañana. Quien diga eso, miente o ha sido engañado. Hay miles de facetas que estudiar y trabajar, para crear un negocio propio. Hay una vida que vivir. Vívela. Pero no olvides que, nunca estás sólo; siempre hay alguien más que forma parte de tu mundo, a menos que te propongas lo contrario. Una vida con ambición y sin proyecto en común no tendrá sentido. De qué te sirve llegar solo a cualquier lugar. Ni el tesoro más grande del mundo tendrá valor si no lo puedes compartir. Pregúntate: cuál es mi necesidad más grande? Cuál es mi verdadero deseo? Qué necesito realmente para vivir? Cuál es mi verdadera ambición? Y tendrás frente a ti a tu verdadero camino. Todo lo demás es cuento.
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alma
Gustavo Adolfo Vaca Narvaja
Felicitaciones
gracielacousin
Elvira Domnguez Saavedra
gracielacousin
Felix Antonio Esteves Fuenmayor
Saludos
Félix
gracielacousin
Saludos,
Graciela