A mí Ángel de la muerte...
Esa noche, anduviste flotando en los ecos entre las olas de las ventiscas del frío fuera de temporada en medio de la calidez y el tráfico pesado de los suspiros el aliento volcánico que tuvieron los oyentes de estómagos fuertes porque estuvieron advertidos de los agrios mareos que se tienen durante y después de ingerir la mortífera  Puta Poesía. Esa noche, escuche el sollozo de las mujeres que quisieran fueran suyas esas blasfemias el golpeteo incipiente e impío de los hombres que te imaginaron en las mil y una poses
 por las que te nombro cómplice cualquiera quería vender el alma por un húmedo rose tuyo
y todos ofrecían centavos por una insípida frase mía. A todo esto, esa noche, escuche el glamur de los elogios sin necesidad de alcohol los aplausos, de esos que ay!... hasta le duelen a uno el estrechar las palmas sin esperar la descarga como broma de niños con ternura infantil las tuve pero con los ojos llenos de respeto. El párroco no se inmutó con el tamaño del sexo de Jesucristo que es minoro a la armonía tan erecta y eterna que es soñarte, las estéticas mujeres de perfección plástica que se encomendaron al votox para entregar su mejor sonrisa y que eructaron el resuelle  de su alma de silicón -con toda la espiritualidad que este suele tener en sus capas y vórtices- se sintieron saber más de lo que pasa en el alma de una mujer que vuela lo susurraban con la charla ausente -donde esa noche, el todo...sí significaba nada-
En el fondo la quien fuera algún día enemiga mía -Scarlet- visualizaba la interminable fila de personas, que serían capaz y sin bacilar de volverme a llevar a la horca, no en Tyburn, pero sí en plaza de armas, donde si no es el infierno a esas horas de la noche, con los beatos que pasean a sus perros beatos,
ahí, donde si no es el infierno desde ahí, se puede ver la nada. Esa noche, lo único que Llovió, no fue el poemario de Scarlet, fue tu nombre que nos llevo a sus adentros donde todos se fundieron en la telaraña de la tinta negra que caía sin decoro sobre nuestros cuerpos
"Es la pesadez de la lluvia que me hace hincarme a tu recuerdo"-pensaba en esa frase que alguna vez creo haber dicho o escrito pero que ya había olvidado, por el tiempo quizá- Esa noche, se bebió whiskey al compás de las risas, y de los comentarios gratos, de los simples piropos de mujeres que dejaban en la propaganda del evento su teléfono en mi banca, los hombres que cuidaban a sus madres, hermanas, novias, esposas y amantes, al ignorar si es que yo estaba en turno y en busca de presas fáciles para letras rápidas -Llévatela  ya amigo, que tu esposa es bella y ese vestido no me deja respirar.  no vaya ser que la lleve a lo oscuro y me invente un haiku tras las ramas, o séase un rapidín- le decía al amigo, el viejo juglar cuenta cuentos de la calle de Venustiano Carranza. Justo, justo antes del último verso
estalló el cielo-quizá Dios agradecía la aparición del órgano fálico de su hijo en uno de los textos- pum! ligera llovizna acompañada de aquel terrible : "Quédate...¡Te Pago!"-y gritado a coro por todos los presentes-de aquel rezo cuarto -Por La Monstruosa Verga De Jesucristo, que tanto escandalizó a la vecina-¡¡¡excelente!!!-dije, eso sí es terminar a tiempo, la lluvia, el verso, eso sí es un certero tino orgásmico eso sí es ser Dios. Al término, hicieron una interminable espera para abrazar a la linda Scarlet, quien se sorprendía de la respuesta acerca de su poemario, va! modesta, la belleza de sus letras se vio transparentada en la madurez que hace mucho no tenía el feminismo se le había diluido con la primera noche de amor que tuvo, ríos de lágrimas por sus mejillas rosas sus ojos verdes llenos de cristalina esperanza agradecían al público: -¡Eternas Gracias! -y saludaba al auditorio, a los transeúntes y vagos que no tienen a donde ir, ninguno se le escapaba supongo que como artista
siempre se quiere dar la impresión de que todos somos iguales...o algo así. Nadie sabía que yo era yo, se suponía que serían leídos por la tierna voz de Abiss, una actriz ficticia que se acababa de inventar, o algo así se definía ella misma.
En la banca con la tarjeta rotulada con mi nombre, yacía ausente el calor, solo los papeles de la propaganda aquella, llenas de teléfonos femeninos -hasta entre ellos, me encontré el de una prima, me impactó mucho eso...en verdad, bueno, no precisamente porque es mi prima, sino más porque no pensé que supiera leer ya que es rubia, pero igual si me le presento y la cito a un café con la máscara Tijuy puesta, para que no vea que soy yo, mi otro yo- Hoz, al parecer no acudió al evento más lo que pasaba en realidad,  es que había olvidado la máscara en casa de la abuela, y no podía mostrarme ahí presumiendo mi horrible rostro, Scarlet es de las pocas que conocen al que está tras mi alter-ego, ella misma me presentó como su amante para no causar sospechas, ya que me la pase a su lado todo el tiempo. Yo quería decirlo ya, sí, éste soy yo...no usare más esa máscara horrible para ocultar mi identidad...pero...no sé, Scarlet reía, "eres la magia que se esconde dentro del sombrero... ¿quieres romper el encanto?" -susurró.Seguía lloviendo, la gente se marchaba...Abiss nos invitaba a la fiesta siguiente, festejaríamos con Clericot y canapés -no se sabían otra...siempre lo mismo, un artista no lo es por comer cosas peculiares-pensé- aceptamos y ella se adelantó.
Camine del brazo de Scarlet hacia el teatro, hacía fresco así que pasamos por un té rojo con miel.
-¿Como puedes escribir de forma bestial?-preguntó
-De la misma en como tú lo haces de forma angelical.
-Entonces...es la lujuria...
-Si...Scarlet...la lujuria-dije mientras andaba con prisa y solté una carcajada queda...al igual que ella.
Ella hablaba, supongo que algo interesante, por eso no prestaba atención, yo caminaba como embriagado por las calles perfumadas, que olían a ti, olían a esa mezcla tan efusiva del grifo salado de un cuello como el tuyo -que canta como dice Espectra- y a flores con agua, del dulce noviembre donde el panteón se engalana de esencias. La lluvia empezaba a reciar, justo cuando llegamos al teatro, tenia los ojos desorbitados y no quería ni mirar la luz de la entrada.-Vamos, hay que beber un poco de clericot, entremos antes de que nos mojemos más-decía Scarlet con algo de soltura
-Sinceramente...no quiero.
-Porque?
-Entra tú, yo me iré a casa-ahorrándose las preguntas sólo sonrío y me dio un abrazo mientras me susurraba al oído -Que alegría que esto haya pasado, que me haya pasado con tú compañía, no hubiera sido lo mismo con alguien más-Gracias-le respondí-siento que tienes razón, no hubiera sido lo mismo con los demás.
-Siempre es bueno la compañía de un buen perro-decía con ironía
-Qué sería de la noche de este perro... sin una buena perra... entra ya, y cuídate.
De su bolso, sacó un papel arrugado, y viejo, seguro olería tan arcaico como su contenido. -Toma...esto te hará recordar.... y me quede ahí, bajo el cobijo de la lluvia, con los celos eternos de todos a los que vi mirando arriba en aquel jardín,  como imaginándose tus andares, el sublime contoneo... imaginándote completa...posando para el sol... Planeaba cubrirme del agua, bajo cualquier techo, o iglesia... pero cuando abrí el papel arrugado ese... decidí que Scarlet ya no era la chica grosera y presumida de antes, y que yo no estaba solo, que si atinaste a las acciones pertinentes de aquella noche, además de que no deseaba cubrirme el agua...esa noche, anduve por todo el centro histórico vagando bajo la lluvia...y sonriente con aquel papel que decía:
"Es la pesadez de la lluvia, que me hace hincarme ante tu recuerdo
y no deseo cubrirme del vapor, porque no importa el catarro ni empaparme
no me secaré estas gotas, que no son el cauce del cielo
solo el simple destino de tu nombre que se escurre por mi cuerpo"
lo mejor es que en aquel entonces, a Scarlet le dije que era un verso sin tiempo...ahora
ahora sé, porque lo escribí...ahora, ya tiene nombre, y una dueña.