Carta acerca, y alrededor y en derredor, del Bicentenario de la República de Colombia…
Publicado en Jul 29, 2010
Carta acerca, y alrededor y en derredor, del Bicentenario de la República de Colombia… antes Gran Colombia (se dañó el sueño megalómano de Simón Bolívar)… Doscientos años de Mierda… Antioquia 20 de Julio de 2010 Señor: Su Majestad Rey de España En sus manos (o en las de algún esbirro de su confianza)... ESMOELDAEDSC Muy querido y respetado señor de Castilla, Aragón, León y demás; primero que todo quiero darle un sentidísimo saludo fraternal desde esta lejana tierra del otro lado del Atlántico, de la cual los expulsamos a ustedes, hijos de Iberia, de manera tan insolente y atiborrada de ingratitud... Aunque igual ustedes se olvidaron de nosotros, sus retoños más imberbes, limitados, y quizás malogrados. ¿Largo saludo? Mejor decir que ha sido un extenso preámbulo a esta carta tan inocente como cargada de reproche que me he dado el trabajo de escribirle... Mas lo cierto es que la ocasión lo amerita, junto con estos tiempos tan confusos que vive mi pobre patria aterida y doliente. Dígame usted, ¿qué fue lo que le hicimos por estas latitudes para que nos tenga en tan mal afecto? Olvido y despreocupación es lo que hemos recibido de la madre España, siempre tan bella, tan soleada, tan católica, tan llena del espíritu del apóstol Santiago (¡Y a ellos...!), tan plena de herencia e identidad ibera, céltica, griega, fenicia, cartaginesa, romana, bizantina, vándala, alana, visigoda, sarracena, vikinga, francesa (salve el emperador) y demás... etc, etc... ¡Viva España, carajo...! ¡O coño, lo que sea...! Mejor un rey europeo que ignore la higiene personal, incestuoso y tacaño, que un cagatintas criollo, leguleyo y sin nobleza de origen, ni escudo de armas de dragones y leones imaginarios. Tal vez su alteza encuentre extraño mi requerimiento, de modo que empezaré por explicarle un poco de la naturaleza de mi raza y la zoo-ciedad, o suu-ciedad en la que todos nacimos. Pues bien, el colombiano criollo promedio, diría yo el ochenta y cinco por ciento de la población, proviene de una línea sanguínea en la que si es cierto que no existe la pereza laboral completa (porque se les va la mayor parte de la vida diciendo "sí señor" y "mande usted"), sí existe una capacidad enorme de esperar a que sean otros los que piensen y decidan en los asuntos importantes. Aquí usted no "es" (y menos lo dejan ser), aquí usted no se forja una estructura mental propia de seres pensantes e independientes... No, no, no ,no, no, aquí lo importante es el consciente e inconsciente colectivo, el bien común de ser todos uniformes (a las crías las adiestran desde que caminan para ello), nacer, crecer, estudiar, entrar a la universidad (para hablar mierda con propiedad y título), "salir adelante" (eso lo escuchará de cualquier fulano en cualesquier situación y lugar), reproducirse y morir. Ah, y claro, ser un esclavo de tiempo completo y horas extras, pero sin llamarle cadenas y grilletes a esas formas evolucionadas de sometimiento, dícese de la corbata, traje, overol, delantal... etc., etc. Hay tantos etc. que podría llenar hojas y hojas con ellos, pero eso sería muy aburrido, incluso para mí, de quien las palabras escritas son para algunos un talento, y para otros tantos un aburrimiento indistinguible. Como sea, ahora la "esclavitud" (se pone entre comillas porque ya no existe, ¿no? Es decir, "dinosaurio", "mamut", "dignidad", "sapiencia", "Dios", "humanidad") es una bonita forma de decir que un país que se va de culo para el infierno a pasos agigantados, va "progresando". Lo importante es no llamar a nada por su nombre, lo importante es decir que aquí hay mucho "talento", que nuestros artistas están indigestos de creatividad (en especial las rameras y rameros que más salen a los mercados masificados del resto del planeta), que nuestros políticos dicen la verdad, y que la ralea del pueblo les sigue creyendo; aquí lo importante no es ser bueno, es sencillamente parecerlo, y en tanto que usted disimule perfectamente sus aberraciones, que se dedique cada uno de los días de su aburrida y sin sentido vida, a criticar, y criticar, y criticar... ¡Qué maravilla, su Alteza, somos un país de críticos en todos los campos! Pedófilos, violadores, pervertidos, ambiciosos, incultos, egoístas, ventajosos y ladrones, que con gran propiedad y amnesia todavía siguen preocupados de con quién o quienes se acuesta el vecino, o qué se pone, o qué dice o qué escucha... Bueno, igual es injusto decir que nuestros flagelos se resumen en sólo esto. También esta la palabra, y no una palabra al azar, o una palabra salida ociosamente. De lo que le hablo a su Alteza, es de la "Buena nueva", una carroña de más de dos mil años con la que nos han cargado y acorralado a todos los que estamos cuerdos (o menos locos). ¿Es que no fueron suficientes los azotes, las humillaciones, la cruci-ficción y la muerte de Cristo como para que a estas alturas lo sigan haciendo revolverse en su tumba con pamplinadas y verdades acomodadas? Ay, su alteza, qué largo lamento me produce ver que en Colombia, durante estos doscientos años, la iglesia a la que los países civilizados han sabido mutilar y callar, sigue opinando de esto y de aquello, y más grave aún, que le siguen poniendo cuidado. Que si el aborto es malo (sigamos pariendo, hasta que tengamos que comernos los unos a los otros, cuando ya no quepa un chibchombiano más en esta pobre tierra), que si la guerrilla debe devolver a los secuestrados (¿los guerrilleros luchan por qué es...? ¿De veras quieren volver los secuestrados al cautiverio de la vida en "libertad"?), que si los pobres deben recibir más atención (a ver si estos enfaldados obispos y curas les dan de comer de sus propias mesas algún día), que si las sectas se alejan del Dios verdadero (competencia no declarada para ver cuáles adeptos están más alienados y verdaderamente distantes de lo que Dios era originalmente, antes que le pusieran minifalda, a Él y a Cristo, y los hicieran pararse en la esquina de cada templo y culto de garaje), que si los homosexuales son pecadores (como si los seminarios no fueran los "bares gay" de cuantos no son capaces de ir a vivir libremente su orientación sexual)... y otra vez etc., etc., etc. ¡Gracias, su majestad, laureles y salmos en las tumbas de sus ancestros, los que por mejor regalo nos dejaron esa moral travestida, y esa esperanza de que algún día va a venir un Señor todopoderoso con atributos de marciano a arreglarnos todo lo que a mal se ha dado...! O en su defecto, un Santo, o unos Santos mesiánicos incapaces de hacer lo que realmente se requiere para purificar mi patria a la que tanto amo... eso sí, sin tanto colombiano buitre, cuervo, coyote y chacal. Y aquí requiero hacer una salvedad para excusar su responsabilidad en el siguiente entuerto que pienso lametear, ahora que precisamente hablo de nuestros mesías de carne y hueso, nuestros Santos encarnados cual uñas salidas de control en un enorme dedo gordo maloliente que es la democracia colombiana. La salvedad es que, pienso yo, nunca pudimos entender el regalo implícito que su forma de gobierno monárquica nos dejó al colonizarnos. Tanta nobleza tirada al botadero, tanto orgullo fusilado por la vanidad de un genocida venido del país hermano (¿de verdad se creen esa fantasía en ambos lados de la frontera?), un despeinado loco al que llaman libertador, un tuberculoso narcisista que usó (como siempre se hace) a las tropas de chusma de la Nueva Granada para libertar la codicia de los oligarcas criollos, y mandar a la Conchinchina todo el beneficio que aporta no dejar opinar demasiado al vulgo, no darle estudio a los emergentes y a los incapaces (porque las ratas bien alimentadas se vuelven más agresivas), y sobretodo, no darle poder a los hijos de puta que nos siguen vendiendo, violando, y "esclavizando" tan colombianamente... ¡Viva el rey de España, viva la madre patria, viva la inmundicia europea...! ¡Abajo la constitución contradictoria de Colombia, abajo esta sociedad de derecho, abajo la democracia, abajo las elecciones, abajo usted, abajo el vecino y abajo yo...! Ya habiendo cumplido con la debida ceremonia, prosigo, aunque la verdad lo que quedaría por decir es tan extenso que se resumiría en una sola palabra: tristeza. Qué triste es ver una tierra plena de belleza y potencial, caída en manos de una raza incapaz, genéticamente diseñada para ensuciar y pudrir en amancebamiento, y "salir adelante" cada uno por su lado, para aprender un oficio que los llene de plata y los lleve a la cumbre brumosa de la soberbia. País de emergentes, país de las Maravillas, Nunca Jamás, Tierra Media, nación futbolera y violenta por naturaleza (desde luego, violenta sólo con el vecino o el que sea distinto en algo), hábitat de una raza que sólo pudo haber salido de alguna fantasía medieval, porque tanta iniquidad no se improvisa... ¡Noooo, eso es asunto de práctica, es el resultado de los doscientos infelices años que hemos vivido en esta jodida libertad, los dos siglos en que el mayor de nuestros logros fue quitarnos los grilletes morales y físicos de un rey extranjero, para ponernos los de unos tiranos locales, hijos de la endogamia, del cacicazgo, de la ramplonería, del ostracismo, hijos alimentados por el sudor y la espalda de millones de mulas humanas, las elegantes (en-corbatadas) y las menos pomposas de ellas (en-oberoladas), todas juntas en el mismo chiquero...! Es tal el propósito de mi carta, más que un sencillo reproche es una llamada de auxilio: su Majestad de Castilla, Aragón, León y demás, tenga a bien haber tomarse la molestia de volver por estos rumbos, sálvenos de ese adefesio simiesco que tenemos por vecino ("adefesio" le queda corto a semejante imitación bolivariana de orangután), sálvenos de tanto reinado de mujer-buena-sin-ceso-puta-sucia (igual, como los conejos de aquí no las quieren para conversar con ellas... qué asco), sálvenos de Juanes, de Marbelle y de Shakira (junto con todos los otros clones malogrados de esos dos), sálvenos de los "intelectuales" (eso es original mío, y no tengo que citar ningún libro (de los que he devorado más que suficientes) para cerrarle la boca cuando se me antoje a quien a mal pretenda cuestionarme), sálvenos de tanto cochino fútbol (aunque ese ha resultado un flagelo mundial peor que la Iglesia Católica), sálvenos de lo que siguen diciendo que dijo Cristo y que quiere Dios (pobrecillos, dejen que brille para ellos de una vez la luz perpetua), sálvenos de los Santos y de los políticos (que nos ultrajan hasta el fondo usando lechona y tamal a modo de anestesia), sálvenos de tanto talento mediocre (escritores, pintores, actores y cineastas de la comida rápida), sálvenos de las leyes y sus abortos los abogados (especialmente de esos)... Se lo suplico, Alteza Suprema, heredero del genocidio, del saqueo y la pereza, de la maña y la mala sangre... ¡Por favor, sálvenos de tanta libertad, sálvenos de nosotros mismos...! Ya recuperada mi compostura habitual (la que sólo me hace perder tanta "maricada colombiana") me despido de Su Majestad. Muy atentamente: Lord Larshet Maximilliam de la Mierdísima Devonnair
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