La sirena de la ambulancia aullaba distinto, quizás presagiaba un milagro o tal vez un terrible sacrificio. En la entrada de emergencia del hospital esperaban los camilleros y las enfermeras, ya habían sido avisados del terrible accidente del autobús escolar. En el otro lado de la ciudad una pareja de jóvenes predicaban "Las Buenas Nuevas del Reino de Jehová", iban saliendo de la asamblea de los miércoles en la tarde, cuando la secretaria del salón del Reino aviso al matrimonio que ya se disponían a marchar en el viejo volkswagen, que tenían una llamada de emergencia de la escuela: el autobús se había volcado y su pequeño hijo estaba en el hospital.
El tubo del pasamanos del autobús escolar se soltó con el golpe del camión de basura que lo colisiono y atravesó parte del estomago y del pulmón derecho del niño de siete años. Ahora se encontraba en terapia intensiva en plena operación y se disponían los médicos a realizar la transfusión de sangre. Una enfermera le habló al oído al medico operante y aviso a los otros galenos y demás integrantes del equipo del quirófano que tenían que proseguir su trabajo prescidiendo de la transfusión, pues los padres desautorizaron tal proceso. Solo en las manos y pericias médicas quedaba ahora que todo resultara bien, pero muy en el fondo solo podía ser un milagro. En la sala de espera la trabajadora social trataba de convencer a los padres del niño a autorizar la transfusión, ellos se negaban profundamente pues en su creencia religiosa la transfusión sanguínea era un acto de canibalismo, el dilema ahora era sacrificar la vida de su hijo, si aceptaban la transfusión se salvaría, pero perdería su resurrección el día del Juicio Final. En el quirófano todos daban lo mejor de sí para salvar la vida del niño. Sus padres rezaban e imploraban a Jehová por la salud de su único vástago. Ciencia y religión de nuevo se debatían, el milagro y el sacrificio contra la tecnología y los avances médicos... una luz resplandeciente iluminaba todo el recinto, el niño cansado no distinguía la luz, estaba confundido, ¿sería Jehová que le alumbraba el camino o quizás era la inmensa lámpara del quirófano que le daba la bienvenida? Milagro o sacrificio... Eso solamente el niño lo sabría.