La soledad
agujerea los muros del silencio
con sus demonios tiesos;
rompe sin piedad los cristales
donde me creí ajena / suspendida.
La cresta de una ola de lamentos
elevo su espuma lenta y rabiosa;
se trago los últimos ocasos
desangrándose en ecos / agonizando.
Mi norte apenas puede con tu estrella
despeinada y opaca entre las nubes;
pensé que era la noche un decorado
y descorrí el telón / ¿la luna tiene espinas?.
Me trepé a una ladera de imposibles
oyendo el tic tac de ese reloj que a veces;
aferrada a las horas que crecen salvajes
en un jardín de tiempo repetido / desmedido.
La nostalgia
pinta hilos de plata entre mis sienes
con restos de ayer entre sus alas.-
11/2003.-
raymundo
Verano Brisas