Lecciones de un ratn
Publicado en Aug 13, 2010
Noté que algo se movía entre las cajas que he acumulado, debajo de la ventana de mi pieza la que da al jardín. No me atrevía a acercarme porque, intuía que no debía hacerlo y el miedo que sentía me daba la razón.
En eso, una voz fina y sedosa comenzó a dialogarme: -¿Por qué se asusta usted de mí? -¡Quien sos! -No me hable así pues, puedo oler el miedo que lo invade, señor -Es que... -No, no, está bien. No se preocupe, ya estoy acostumbrado a esto -al mostrarse, era un ratón, pequeño y se lo veía herido en una pata- disculpe que halla entrado a su pieza sin permiso, necesitaba verlo cara a cara porque tengo algo para decirle- -¿Qué cosa? -Mire, como ya habrá advertido, estoy herido en una pata, porque hace un rato en la casa de al lado, gracias a un amigo, pude robarme un delicioso trozo de queso- -¿Cómo? -Si, estaba tan rico... pero he aquí lo que quería señalarle: cuando tomé ese trozo de queso, uno de sus gatos, que suele merodear por las noches, me saltó encima haciendo que el trozo de queso volase lejos de mí, en ese instante sentí un pinchazo en mi pata. Mi compañero, que estaba muy atento, se interpuso entre su gato y yo, logrando que el felino se entretuviera con él, mientras yo recuperaba el botín. Herido por sus filosas uñas atiné a huir hacia aquí, sin embargo escuché que mi viejo amigo me gritaba: "¡huye! Yo ya he vivido demasiado, disfruta ese botín disfruta cada día como si fuese el último, no prestes atención a comentarios sucios acerca de ti, ¡huye! ¡Y cuídate pequeño!". Mientras yo corría podía escuchar como su gato se comía a mi amigo... rezaba no encontrarme con ningún humano, ni gatos, ni perros pues, yo solo quería comerme aquel trozo de queso. Ya a esa altura sentía culpa, por lo de mi viejo amigo, y miedo por todo el resto. -¿Qué tiene que ver conmigo todo esto que me contas? ¿Qué me importa?- -Pues debería... teniendo en cuenta, por ejemplo, que usted puede salir y mostrarse por donde quiera sin ser rechazado. Usted puede verse con cualquiera sin que ese cualquiera se espante al verlo. Usted no necesita poner en riesgo su vida por un trozo de alimento. Mas lo que usted no puede, señor, es vivir entre sus pares sin tener que sufrir el amargo sabor de la traición, la decepción, la envidia y el chisme que tanto le preocupa. Eso, señor, no ocurre en mi mundo porque a pesar de darles asco a ustedes los humanos, sepa que son ustedes, los que con esas actitudes, nos dan asco a nosotros, los ratones, pues somos más solidarios... no nos traicionamos ¿Se da cuenta que vergüenza? Y con esto me voy... ¡No lo olvide!
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Gustavo Milione
Jos Luis Marrero
Guillermo Capece