Caminante de la selva
Publicado en Aug 19, 2010
La brevedad del espacio se empina noche arriba en una mordedura contemplada dentro del silencio. Y hay avenidas y largas tempestades como caños de escape y arboledas con tajos en el vientre y mil mezquinas canciones. Todo se lo lleva la intemperie para rozar la realidad y su música entre tanta inquietud. Y hay mamparas de vidrio y cloacas ausentes por donde corre el regadío, las plantas a sus pies, navegando siniestras vecindades por el país del olvido. No dejes de limpiar la gangrena del curso de las aguas. No dejes de atajar la comida que obtura en tu garganta el paso de los años y los maderos y las astillas y todos los huesos que se deshacen en la penumbra para parir un cielo azul, de tus ojos cielo abierto, cielo desplegado de tu vientre, en la comisura de tus labios para entroncar la verdad de tu situación en múltiples cerraduras como herrajes o viviendas de la noche, en nieves eternas, mas tus soles y tus columpios, los resguardos de la llama viviente en el filo del cuchillo para torcer el sabor amargo de las nueces, vuelta y vuelta por dentro de la lengua, los ovillos de lana , las canciones en pareja, desatando cabos, encuentros finales
de buenos vinos y tortillas de maíz para galopar los caballos rápidos del silencio y ver nacer al bebé de los ovillos de lana , en la humedad sonora de la tarde gris cuando el hombre apunta al centro de la mordedura y se inquieta ante el rostro del sombrero y su facón y su grito sórdido. Es la punta del silencio mas temido lo que hace que retroceda ante la amenaza de la noche, ante la estampida de su presencia, cuando el dolor duele tanto como las piedras que sangran y se inician en la huella seca del abdomen. Surgen las esporas, lo ominoso y sencillo de la risa; surge la cavidad fresca de una flor y un pensamiento suelto, espontáneo como la prisa. Se siente el olor de la albahaca , el sabor de la granada , la bella forma de un racimo de uvas frescas. Y todo se conjuga en la caminata por el parque, atravesando silencios de selva , de rostros perfumados, de soles heridos como estambres. Se siente la mansedumbre vital de la hierba que pisamos juntos mientras escribimos de a dos estas palabras y estos silencios y todo se aleja como dentro de un espejo, como si fueras mi novia azul llena de risas secretas, llena de noches y olvidos para pertenecer a la tierra de los cabellos de oro donde suelo ir a morir por un poco de agua.
Página 1 / 1
|
Leidy Mar
Esta descripción me resulta preciosa, muy clara. Me ubica en el lugar del que hablas. Buen texto.