Triste Cancin de Amor
Publicado en Aug 22, 2010
Ella existió solo en un sueño,
El es el poema que el poeta nunca escribió. Y en la eternidad los dos unieron sus almas... Para darle vida a esta triste... Canción de amor. Flaco y desgarbado caminaba por las calles del barrio de la Paternal, se lo veía pasar por debajo del puente de avenida San Martín, quizás uno se lo cruzaba en la carbonilla o quizás en la estación. Siempre iba acompañado por su perro una cruza de boxer y callejero que le regalaron unos cartoneros, se sentaba a fumar en cualquier esquina donde hubiera con quien charlar, todas las baldosas del barrio eran suyas y cada una de las que había ya las había contado, era el dueño del asfalto y de cada cordón, sabia cada chimento de cada vecino, horarios y costumbres, nadie le prestaba atención al loco del barrio, quizás era como dice la canción, el poema que nunca escribieron, así vivía, así pasaban sus días de calle en calle de noche en noche y cada pitada el comenzó a soñar. A soñar con ella, la imagino con ojos de mil colores, con la piel más tersa y suave, con la sonrisa mas clara, cada vez que levantaba sus ojos a la luna ella estaba allí, se sentaba en la esquina del pasaje a levantar su cabeza buscándola... El es como el mar... Ella como la luna... En las noches de luna llena hacen el amor. El era como las olas que van y vienen siempre en el borde del mar y su mar era su barrio, los bordes los cordones. Las noches nubladas la buscaba recorriendo el barrio de una esquina a otra, se enojaba solo y así hablaba protestando por que no la podía encontrar, juntaba las colillas de los cigarros tirados en una cajita para cuando se cansaba de caminar buscándola sentarse en alguna otra esquina, sacar la caja y encenderlos de a uno, mientras pitaba miraba el cielo esperando que apareciera detrás de alguna nube, algunos días la veía como triste y escondiéndose, esas noches no se mostraba plena y libre, se veía como queriendo mostrar solo una parte de si, a la siguiente semana y después de hablarle durante siete noches la convencía de que se mostrara un poco mas y ella así lo hacia mostrando la mitad de su rostro para el. El se alegraba de convencerla y volvía a hablarle durante horas tratando de que se mostrara toda, así tardaba otros siete días en que ella se apareciera mas a sus ojos, sabia que le llevaba muchas horas convencerla y varias noches de charlas en las que le contaba todo lo que pasaba en ése, su barrio, sus calles, su lugar y que cuando bajaba el sol corría a la esquina del pasaje algunas veces con su perro y otras solo para esperarla a ella. Más cuando el sol comenzaba a asomar se moría de tristeza pues sabia que habría de dejarlo sin despedirse para verlo por la noche. Así seguiría una semana mas hablándole para que ella se mostrara entera y plena para sus ojos. Y en la eternidad los dos unieron sus almas... Para darle vida... A esta triste... Canción de amor. Así cuando la luna se mostraba llena y reflejaba las luces plateadas que caían sobre el, se sentía amado por ella. El extendía sus brazos y con las manos por delante de sus ojos veía como dibujaba su contorno, sentía en sus palmas como la acariciaba, sentía el calor en las yemas de sus dedos, sentía como durante esos siete días hacían el amor cada noche de luna llena. Cuando ella comenzaba a marcharse, a él se le llenaban de lágrimas los ojos y algunas rodaban por sus mejillas, casi que sentía como los rayos de plata secaban con piedad aquellas gotas de dolor. El es como un dios... Ella es como una virgen... Y los dioses les enseñaron a pecar... Y en la eternidad los dos unieron sus almas... Para darle vida a esta triste canción de amor... El podía hacer todo posible cuando estaba cerca de ella esperándola, aunque sabia que todavía no había estado dentro de ella, sus caricias y cuidados la seguían conservando virgen en esa altura que casi no existía para él... Una noche un camión del servicio sanitario lo levanto, era una de esas noches de luna llena, una de esas noches escogidas en las que estaban solo los dos. Una de esas noches en las que ella se mostraba enteramente desnuda para él, no entendían que el no se podía ir de la esquina del pasaje, que estaba allí para su cita con ella, él forcejeo y peleo hasta que lo redujeron colocándole un chaleco, la desesperación se apodero de él que no podría extender sus manos para acariciar esa silueta fabulosa, única y de él... Semanas después se escapo del Alvear donde lo habían encerrado sin permitirle verla, corrió por la avenida hasta la esquina de su pasaje, no la vio y lloro... Siguió caminando hasta la parte mas alta del puente de la avenida y parado en el borde la espero hasta que ella se asomo... Estaba plena, llena, redondo y brillante. Así el decidió llegar a ella para que nunca mas los separaran, así dio un paso al vacío. De vez en cuando paso por la esquina de aquel pasaje y todavía creo verlo extendiendo sus manos sentado en aquel cordón tratando de tocarla.
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Mariela Gmez