Para mi pueblo
que siempre trae su sabor a leguas.
Que son todos diafragma y zafarranchos
y se hacen volúbiles ante la metralla.
Canto los estribillos de las horas
liberando las mordazas del día.
Para ellos las danzan son almuerzos
y son formas de la palabra algarabía.
Yo los contemplo con luces seculares
empapados de escuálidas leyendas.
Los oigo formarse con los arrendajos
y atisbar la luz con las gencianas.
Para mi pueblo hermoso voces y sonidos
y la íntima integridad de mis recios arpégios.
Quisiera dar por ellos esa niebla
que las hordas ambiguas aún denominan alma.