Extranjera:
Te reclamo porque me perteneces.
Yo te soñé cantando entre los albañales
y te esperé en los puertos que hunden al otoño.
Fuí a buscar tus alveólos suaves
a pueblos donde nadie se transmigra.
Trescientas noches andé a la deriva
y en mis brazos te encontré creciendo.
Te dí las blancas corolas de mi patria
y te amamanté y refiné tus maneras.
Para tu espalda refiné el aceite
que sólo sale de dormidos madrigales.
Perfeccioné en tu sangre los gerundios
y removí los espantos con mis dedos.
Y con razón te considero mía
más que el oleaje de un mar sin asideros.
Sigueme por las penúmbras secas
que para ti fundo acacias y nogales.