Un silencioso encuentro
Publicado en Sep 08, 2010
Ese día había salido de casa, motivado por la ilusión de encontrar algo a la vuelta de la esquina. Decidí pasear por la calle Valparaíso, ya que siempre me había parecido un lugar agradable de frecuentar. Vagué por toda la extensión de la calle, mirándolo todo, pero sin prestar verdadera atención a algo en particular. Llegué al final de mi ruta un tanto decepcionado por no haber encontrado nada interesante, así que opté por volver sobre mis pasos. A la altura de Villanelo, encontré un elemento que no se hallaba allí cuando pasé por primera vez. Mi atención se centró de inmediato en una figura femenina que se elevaba sobre un podio. Bajo unos vestidos blancos y angelicales, había una mujer joven, dueña de una belleza que hubiera desatado los celos de la misma Afrodita y el deseo del caprichoso Zeus. La pintura blanca cubría toda su piel tersa, y la convertía casi en un ser sobrenatural. Era una estatua humana. No era primera vez que veía una, pero si era la primera vez que una me cautivaba tanto con su belleza; era una escultura cincelada por el mismo Miguel Ángel. Ella no me miraba, denotaba estar concentrándose en mantener su posición rígida e inexpresiva, inconmovible a los suspiros. La flecha de Cupido hizo su efecto en mí, mas creí que debía mantenerme en silencio, como leí por ahí, las palabras están llenas de falsedad o de arte; la mirada es el lenguaje del corazón. ¿Qué hacer para que aquella nívea Psiqué se fijara en mí?. Observé un sombrero vacío a los pies del podio y me iluminé. Saqué un par de monedas del bolsillo, y lancé una al sombrero. Automáticamente ella cobró vida, me dirigió una mirada y una sonrisa, para luego volver a quedarse inmóvil. Supe entonces, que estaría arrojando monedas hasta que el espíritu de la noche la trajera a la vida.
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Sonja
Christian Carter