Ausencia
Publicado en Jun 10, 2009
Ausencia
Para Quique, con amor ... Cuando supe la noticia, no podía creerlo. Me sentí como suspendida en el aire. ¿Sería un sueño? ¿Un error?. Pero lo cierto es que mi nombre encabezaba aquella lista. No cabían dudas. Cuando llegué a la recepción, me temblaban las piernas. Y me tembló el alma cuando el locutor pronunció mi nombre. Me pidieron que hablara sobre mis sentimientos acerca de aquella imprevista experiencia. Fue muy difícil; aquello tenía que ver con un ser que amé profundamente y que extrañaba mucho. Pero lo hice. "...Sencillamente no lo aceptaba. Los años pasaban, con una lentitud a veces abrumadora y no conseguía elaborar mi duelo por su ausencia. La vida me regaló dos hijas más, tan llenas de vida como la primera. El tiempo seguía su viaje, arrastrando con él nuestras vidas. Los hechos se sucedían y mientras tanto, su ausencia era una herida sangrando invisible en mi interior. El dolor me asfixiaba, me hacía negar toda explicación, cristiana o no. Era tan grande mi desconsuelo como el amor que me había unido a él ... Cuando su muerte era muy reciente, visitaba el cementerio casi a diario... Un ahogo insoportable y un nudo de angustia en la garganta me sorprendían apenas posaba mis ojos en aquella fría placa. Leyendo su nombre, las lágrimas arrasaban mis ojos y casi me impedían ver mas allá de esa muda soledad. Aquel hombre maravilloso había estado en todos y cada uno de mis momentos, los buenos y los malos que guardaba en la memoria y entonces, dejé de visitar su tumba, porque por más que me esforzaba por aceptarlo, la realidad tan evidente de su muerte, allí, rodeada de muerte, se tornaba insoportable. Mi duelo no encontraba final. Pasaba mucho tiempo recordando el día que murió. Fue el día más negro de mi vida y sin embargo, era un día de julio cálido y pleno de sol y en mi vientre albergaba una nueva vida. Pero el invierno congelaba mi alma. De un momento a otro, había desaparecido mi conexión afectiva más importante y vital ... Ya no respiraba; sus ojos marrones, ahora cerrados, ya no despedían aquella ternura tan particular que siempre escondió detrás de su mal carácter. Mis recuerdos son tantos que se agolpan y se mezclan. Su presencia es casi una constante en cada rincón de mi memoria y esto es algo que no todas las personas pueden decir en esa clase de relación. Mis horas a su lado, fueron siempre incontables y plenas. Los paseos por la plaza Roca y la historia de aquel General. ... ¿Porqué? ¿Porqué? Una y otra vez, yo lo bombardeaba con millones de preguntas. Siempre había respuestas, siempre había enseñanzas. Otro recuerdo entrañable que conservo, son sus famosos "masajes mágicos", cuando me dolían las piernas; con aquellos masajes quedaban como nuevas. Hoy, repito aquel ritual con mis hijas, al tiempo que les cuento como lo hacía él conmigo y a ellas les encanta oírlo (¡gracias Quique!!). Y cómo los extraño, pues aquellos viejos dolores siguen, me acompañan diariamente... pero él ya no. Y los mates. Cuando estudiaba, antes de salir para el trabajo e incluso ya casada, muchas veces venía a visitarme y nunca se iba sin antes compartir aquel bendito símbolo de unión. Hoy, me invade la nostalgia por tantos mates que tomo sola y que por esas cosas de la vida, si él viviera, tendrían otro sabor. Recuerdo al compañero, al maestro, al amigo, al adversario en el ajedrez o en alguna discusión política. Aún más, lo recuerdo como mediador entre mis hermanos y yo, entre mis amigos y yo.... Entre ¡mis amores y yo!! Y también, entre mi madre y yo... Sin embargo, después de mucho sufrir su muerte, fue justamente aquel dolor el que me mostró el camino. Toda mi vida he sido una gran lectora y amante de la literatura; envidiaba la capacidad de aquellos seres que pueblan las hojas en blanco con tantas palabras maravillosas y llenas de sentido. Pero la timidez y el temor al ridículo, escondían una posible vocación en oscuros cajones que nadie, excepto yo, podía abrir. Y un día, embargada de tristeza por lo mucho que lo extrañaba, le escribí un poema. Sencillo, quizás hasta infantil. Y sin embargo, milagroso, porque al hacerlo comprendí que escribir era todo lo que quería y hacerlo, sin importar las barreras y los miedos, sería la mejor manera de recordarlo y agradecerle todo lo mejor que pudo darme: ser Mi Padre, aunque los años compartidos sigan teniendo sabor a poco..." Los aplausos llenaron la sala. Y yo sentí que esas palabras, eran el mejor discurso que podría decir en todo mi vida: una pequeña muestra de todo lo que podría expresar sobre el descubrimiento de mi vocación y sobre ese ser excepcional y siempre añorado que me mostró la luz, a pesar de la oscura ausencia. . ¡Había ganado con aquel poema, mi primer galardón literario!.- Año 1.998.- Este es uno de mis primeros escritos; dedicado a mi padre; han pasado muchos años verdad? pero claro, no sería esta una trayectoria si no expusiera en ella - confieso que a pedido de una persona muy querida - a quien de alguna manera guió mis pasos - y sigue guiando - a pesar q su ausencia hoy por hoy aún es una herida abierta que no cierra..y sí esa foto es de él; mi viejito querido cuando era un niño, un ángel, como seguro volvió a ser ahora, allí donde esté.-
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raymundo