Dos gaviotas y dos isla... ( Cartas de amor de un hombre desconocido)
Publicado en Sep 14, 2010
Estos versos gaviotas que cruzan el mar que separa estas dos islas, me permitieran que te abrazara y besara, que me fundiera en tu cuerpo, ese cuerpo que es deseo casi perenne en mis fantasías y mis realidades… Es frágil esta división cuando de amarte se trata, ay amor, pero mis palabras atrapan esto que yo por ti siento… Que delicioso es desgárrame pensando en ti, sentir estos ardores en mi. Cuentas que llueve en tu ciudad… ¡Que hermoso seria verte mojado y desnudo! Esta obsesión mía de imaginarte siempre desnudo, es que no logro descubrir mayor belleza, que tu desnudez amor, que ese concierto de músculos y vellos, de torso pétreo y vivo a la vez… Tu pecho prominente y desafiante, donde me refugio cuando la nostalgia me visita, nada da más placer que esa cobija, después de que tus labios reciben los míos y se confunden en el tiempo, y el sonar de la lluvia sobre las tejas de una casa vecina, anuncian el convite donde los cuerpos se confunden… … y a escasos segundos mis intrépidos labios se recrean con tu sexo, ya erguido ya desafiante, Sí con desespero y ternura a la vez, liban tu sexo, en incesante movimiento no solo de los músculos del rostro, ni de los labios ni de la lengua, sino que todo mi cuerpo se me sacude, flota, todo en una mágica levitación al ser poseído por el varón más dotado que ha conocido… No solo por las dimensiones impresionantes de su sexo, más que todo por el desenfado y naturalidad con la cual hace a otro hombre feliz, convirtiéndolo en doncella iniciada en el arte del sexo prohibido… Exhausto termina mi cuerpo entre tus piernas, sobre tu pubis, deseando que tu sexo sea parte inseparable de mi cuerpo y este frenesí que es tenerte cabalgando sobre mí y al cabo terminar, marcado todo el cuerpo por la lava-néctar… ¡Huella del sexo más deseado!
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leticia salazar alba
José Luis Marrero
Jose Perez
Me quede sin lampara y en la oscuridad me parecio ver dibujado el contorno de tu cuerpo que me llamaba anulando mi voluntad
un abrazo
José Luis Marrero