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Publicado en Sep 19, 2010
Revive, en el lago ardiente póstumo a un orgasmo,
La máquina fetal que retumba en la sima de un ovario. El mundo tirita de miedo, tirita de risas… Porque detrás de una mueca grotesca se resguarda la fiera. Mueren los peces de una sospecha sin antecedentes. Mueren, también, las cáscaras inservibles del amor. Llantos con olor a mortecina se despegan de la calle Y una mazmorra de cerebros amputados cree esconder secretos. No está en el poder de la bestia política Hacer y deshacer el espacio con sus cuerpos. Las guerras se analizan ocultas en el espejo, Mientras sonríe la muerte (intentando ocultar su pena). En cada paso que dan, quedan inmortales las horas y los días, Aquellos días que no volverán, ni siquiera en recuerdos. Se lamen las aureolas entre pedestales de riquezas, Cómo reyes vacíos que se enardecen puliendo Piedras preciosas en sus tronos. Los niños del ayer cantaron con voces propias un futuro que pasó. Los niños del mañana vociferarán a través de un micro chip. Las alas de un mísero apóstol del infierno arroparán a la vida Y yo me detendré a predicar el as de una baraja nueva.
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