Nadie puede cerrar lo que mis ojos abren
ni borrar mis pasos que son levedades.
Veo la lentitud con que se abre cada suelo
y al tiempo irse cargando de los mismos parroquianos.
La mano del hoy calca a la del ayer
y pone en su lugar lo que no se arrancó.
La mentirosa acierta a ver al miserable
y a burlarse de sus mínimas condiciones higiénicas.
Los edificios saltan al cemento y se instalan los simulacros del fuego.
Cada cosa entra en su color y, en ese instante, ya es cosa vieja.
Los pájaros se rehacen de sus plumas,las memorias se engendran de los olvidos.
Los hombres dejan de tener raíces y se desarraigan de las camas.
Nos levantamos todos los que somos mientras los hechos se aceleran y despiertan.
Llueven realidades y ficciones y las purezas se posan en los árboles.
Vagamente paso por adentro y afuera, a los costados mismos de los infinitos.
Busco la entrada de mí mismo, busco mi huella y mi impronta en este día.