Son las tres menos cuarto en éste mundo:
Estoy ya emparentado con los sueños.
Calor y tiempo en mi cuarto se dilatan
y me hacen despertartarme de mi catre.
El cucú susurra canciones de ultratumba
que echan a correr por los espejos.
Son horas de vastos onirismos
donde cada cosa deja su cuerpo y vaga.
Mis ojos se descubren tras mis párpados
y estoy a la vez en Madrid y en Caracas.
Las sombras son urracas cuneiformes
encrustradas totalmente a la pared.
Me vierto en los caminos de mi mente
y consigo restos de verdes tréboles:
Un bosque hay en mis ideas
y yo lo recorro sin partir ideogramas.
Hay todo antro de rememoraciones
y de recuerdos creídos paralíticos.
Están las cuevas que pobló mi niñez
sepultadas en un halo azafrán.
Mis dudas duermen como herraduras
y son simples como gritos de palomas.
Hallo también a la esperanza cómplice
de encontrar una querida para mi corazón.
El diapasón del mundo aquí no me alcanza
y cada idea dispone de su raíz.
Aquí yacen todos los arquetipos
de unos sueños calladamente arquitectónicos.
Por todas partes pasan puntos de luz
corriendo hacia neuronas cardinales.
Pero hay un lugar libre de hipnotismos
que sólo responde a las simbiosis del amor.
Dentro de mí nacen paraguas: Llueve
y en mi cráneo hay vida y melodías.
Afuera, los elementos disputan
un lugar de imperfecta permanencia.