Cuando yo caigo no se ladea el mundo
ni el ámbito se vuelve candoroso:
Doy con mis costillas sobre mi melodrama
y oigo el mascullar de la rotura.
Si pierdo el conocimiento en panales de mieles
las abejas me atacan en grupúsculos.
Si me tropiezo subiendo a mis columnas
seguramente me amoldaré a mi yeso.
No soy especial en la intemperie
y es inherente a mí ser ignorado.
Pero tampoco me ladeo si el mundo cae
y sólo le arrojo trapos de indiferencia:
El orbe y yo siempre nos confrontamos
y la mejor manera es dándonos la espalda.