Costumbre ejemplar
Publicado en Oct 08, 2010
Por Roberto Gutiérrez Alcalá
Además de ser discreta, elegante y cortés, y hacer gala de un respeto irrestricto hacia todos y cada uno de sus semejantes, aquella dama cuarentona de rostro risueño, pechos tristes y muslos redondos tenía una costumbre verdaderamente ejemplar: todos los fines de año, al calor de los brindis, las carcajadas, el intercambio de regalos y los abrazos de felicitación, se rifaba a sí misma, con mucho éxito, entre el personal masculino de la dependencia gubernamental donde, de lunes a viernes -de nueve de la mañana a seis de la tarde-, fungía, con una aceptable eficiencia, como secretaria del señor director. De Invenciones a dos manos
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