Sino imaginara, 
moriría un poco, 
no habría redes de tules 
que me sostuvieran en estos torbellinos de la vida. 
  
Sino imaginara, 
no podría hacerle frente a la vuelta sobre tus pasos, 
a los demonios que se visten de soles, 
para convencerme que los días de gloria nunca se terminan. 
  
Sino imaginara, 
nunca te habría encontrado, 
como un espejismo, 
como un reflejo, 
como un devenir. 
  
Tampoco podría guardar en mi memoria el haberte visto, 
esa confusión que provoca el dulce encuentro, 
que se va desvaneciendo y se hace bruma y niebla, 
humo que se pierde, 
que no se deja atrapar. 
  
No podría hacer vuelos rasantes para rozar tu alma, 
penetrar en tu vientre, 
quedarme regocijado en tu espalda, 
recorriendo grietas. 
  
Sino vuelo 
muero, 
en las incertidumbres, 
en los tiempos que vendrán, 
se me pierde la mirada cuando no te encuentra. 
  
Y si no vuelo 
muero, 
porque me desgarra, 
me inquietan los miedos que aparecen, 
cuando adormilado veo que te dejo partir. 
  
Y entonces 
si no vuelo más 
muero, 
porque no estaré ahí para tu partida, 
se cansaran mis ojos de lágrimas, 
y agotaré las risas, 
para que me envuelvan tules 
que me sostengan en andas y me inviten al vuelo para que así, 
cuando vuelvas sobre tus pasos, 
yo ya no muera. 
  
Ves para qué imagino, 
para verte a colores, 
entre el sari y los velos descorridos de la India, 
en el intento de reconocerte adulta, 
en la neblina de tus ojos, 
atento a la niñez desvalida de sus corredores, 
sacudiendo tu alma en las pausas del camino, 
para levantarte solo de tus ruinas. 
  
Entonces, 
cómo no dejarle paso al temblor de la despedida, 
si te arrastra a nuevas experiencias, 
revivirás memoria, 
te elevará en lo humano sin necesidad de miserias ajenas, 
porque te vas a dar batalla, 
y te reconozco en la sencillez de tu valentía. 
  
Porque te quiero y aprecio tu compañía, 
partir no es morir un poco, 
es que estas viva, 
porque así será tierno esperarte 
y acogerte en el relato de lo vivido. 

Ves para qué imagino, 
para que no me tome por sorpresa tu ausencia, 
para que no duela tanto tu partida. 
  
Y sí, 
acá te espero, 
ya están mis ojos mirando al cielo.