Amor a primera vista
Publicado en Oct 18, 2010
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Ella le miraba embelesada. Aquella camiseta de manga corta le quedaba increíblemente bien. No podía decir que tuviera los brazos muy musculados, pero a ella le daba igual, nunca le habían gustado los brazos que de tan musculados parecía que fueran a explotar. Él era el hombre casi perfecto. De vez en cuando, de tanto mirarlo, se le escapaba una pequeña sonrisa que nunca alargaba más de dos segundos; ese día, a pesar de tenerle al lado, le costaba sonreír. No podía creer que estuviera acostada con él. Tanto tiempo deseando que llegara ese momento y, aunque le doliera reconocerlo, no había sido como ella hubiera querido. Para su gusto, le había costado demasiado convencerle. Aunque, ¿por qué pensar en el pasado? Ahora era suyo, y eso era lo que de verdad importaba. Volvió a sonreír. Su cara dibujaba una expresión de paz; se notaba que dormía plácidamente. Y mientras lo miraba pensaba en las cosas que podrían hacer juntos. Quién sabe, quizás por fin podría formar una familia con el hombre que tanto amaba. ¡Sería tan feliz! De repente, pensó que sería una buena idea levantarse y ponerse guapa expresamente para él. Se pondría el mismo vestido que llevaba el día que se conocieron, así recordarían viejos momentos y reirían como dos criaturas. Y así lo hizo. Se veía tan guapa con ese vestido. Mientras se miraba al espejo, pensó que no estaría de más maquillarse un poco. Se puso un poco de colorete para ocultar que aquella mañana se había levantado con la cara un poco pálida. A continuación, se puso un poco de rimel y se pintó un poco los labios con un color muy discreto. Estaba guapa. Era guapa. Volvió a la habitación y se sentó a su lado. Él también estaba guapo. Cuando lo miraba, no podía evitar esbozar alguna que otra sonrisa, hasta que de golpe su cara cambió de expresión. En el fondo, todo aquello no estaba bien. No era justo. En realidad, era una egoísta. No podía pensar tanto en su futuro, porque en realidad ella no sabía lo que quería él. Nunca lo habían hablado. Y de pronto se sintió la mujer más desgraciada del mundo. Desgraciada, sí, porque, después de tanto soñar despierta, comprendió que si él estaba acostado a su lado era gracias al golpe que llevaba en la cabeza, fruto del hierro que ella llevaba expresamente en el maletero del coche. Probablemente, su mujer le estaba buscando, ignorando por completo que su marido yacía muerto en la cama de una loca que se había enamorado de él una mañana al verlo salir del banco.
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Descripción

Palabras Clave: Amor

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



Comentarios (1)add comment
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fairy

¡¡¡¡Me sorprendió...........excelente!!!
Saludos
Responder
October 21, 2010
 

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busy