Remembranzas
Publicado en Jun 17, 2009
Por mucho tiempo no ha sido de mi gusto hablar de mi padre: primero, porque recordarlo me produce nostalgia y sentimiento, segundo, porque de hacerlo, siento que en algo le estoy faltando a su memoria. Me estremece el solo hecho de mencionar su nombre, para mí, es como profanar su descanso eterno. Entre la bruma de los años que sin compasión el tiempo acumula en los almanaques, tengo presente muchos cuadros de mi infancia junto a él como protagonista, omnipotente papá, tan humano como cualquier otro, me parece algunas veces ver sus rasgos físicos reflejados, en la semblanza de alguien parecido que por el mundo deambula. A veces percibo su espíritu flotar a mi derredor como un "ángel de mi guarda" aguardándome, protegiéndome, sueño con él y lo siento tan cerca, que cuando despierto, tengo la sensación de su presencia flotar fría en mi alcoba, de haber estado velando mi sueño toda la noche y de partir ¡lejos muy lejos! ¿Quién sabe para donde? con la oscuridad, llegado el amanecer taciturno.
La década de los años sesenta marcó mi vida, porque fue una época de grandes sucesos y cambios transcendentales a nivel cultural para mi país y el mundo. En Colombia, surgió un movimiento literario, filosófico, artístico y social, que irrumpió oficialmente en 1958, en plena dictadura del general Rojas Pinilla y la violencia bipartidista. Esta corriente llamada "Nadaísmo" había nacido en Medellín, tomando inspiración de la revolución cubana, con las tendencias más rebeldes e iconoclastas del siglo XX y que se propagó como "pandemia" ( término que en la actualidad está de moda), predicando la creencia en la "Nada", como principio de todo, al abrigo del Dadaísmo, Surrealismo y Nihilismo, pero sobre todo del Existencialismo de Sartre y Camus, atacando sus cimientos más intocables: Iglesia, establecimiento, herencia hispánica y Frente Nacional. En los Estados Unidos, a mediados de los 60s, ocurría algo semejante, "El movimiento hippie" que luego se iría gestando en los países centrales y Europa, como movimiento juvenil que se caracterizó por la anarquía no violenta, la preocupación por el medio ambiente y el rechazo al materialismo occidental. Formó una contracultura políticamente atrevida y antibelicista con la consigna "paz y amor" en vez de la guerra, y artísticamente prolífica. Discos, posters, pantalones de campana. Promovieron así el nuevo estilo de vida desde el emporio del consumo cultural. En lo Científico, El 20 de julio de 1969, la Conquista de la Luna se concreta un hito en la historia de la humanidad, la misión espacial de EE.UU. Apolo 11 coloca exitosamente al hombre en la luna, su bandera ondeaba por primera vez en territorio selenita después de múltiples fracasos. Este era un sueño que ya lo había hecho realidad en la imaginación prolífera del escritor francés " Julio verne". En el largo tras ir y venir de nuestra existencia, se afirma que la vida se resume en tres dimensiones: "la vegetal que acopia energía, la animal que amontona espacio y la humana que acapara tiempo". En la historia de los 60s, la producción se incrementó, principalmente en la industria alimenticia, junto con la producción de carbón, la metalurgia básica, los productos agrícolas y la gasolina. Comenzó así, una etapa de "consumo de masas". Los electrodomésticos, el auto y el teléfono, pasaron a ser símbolos de status personal. En general, artículos que eran privativos de minorías, pasaron a ser consumidos por una gran cantidad de personas al abaratarse notablemente sus costos. El gran filósofo mexicano, "Leopoldo Zea" había propuesto como medida ejemplar una independencia intelectual de los Estados Unidos. El impacto de la influencia Europea, Su participación como aliado en La segunda guerra mundial y luego la crucial declaratoria de guerra a "Vietnam", rebosó la copa para reflejar su caída ante los ojos de los latinoamericanos. Mientras eso ocurría en Latinoamérica y el mundo, en mi país, propiamente en mi tierra, mi madre después de un mes, de intensos trámites y papeleos, lograba por fin matricularme a "primero de primaria" en la escuela de "Santo Domingo" (en esa época no había preparatorios, pre kínder ni kínder)no llegando hasta allí su encomiable esfuerzo, tuvo luego que acabar el dinero de sus ahorros comprando: uniformes, útiles, cuadernos y libros enlistados, correspondientes al periodo académico que estaba próximo a cursar. De pronto llegó la hora cero, con la madrugada de un 3 de febrero, del año 1961. Eran las cinco de la mañana, el alba apenas comenzaba a despuntar en el vasto horizonte y ¡Hacía mucho frio! La voz de mi padre, me despertó quedamente advirtiéndome ¡ya es hora hijo! ¡Levántate!, ¡el baño está desocupado, tienes que ir a la escuela! ¡Era curioso cómo los hábitos de su juventud todavía persistían en él! Las 4 de la madrugada, se había marcado en su reloj biológico como la hora en que mi abuelo lo despertaba, para que se levantara a ayudarle a ordeñar el ganado y que después de muchos años, su hábito se repitia cada mañana, hasta que enfermó, pocos días postrimeros a su muerte. Con quince años de edad, él, decidió irse lejos del lado de sus padres a quienes quería mucho y aún después de muertos mis abuelos paternos (Rosario y Rafael), siempre los extrañaba y más crecía su nostalgia cuando se acercaba navidad. Ese instante, era la misma hora de todos los días en que mi progenitor estaba listo para salir de la casa al Instituto Nacional de Abastecimientos "INA", lugar donde trabajaba como "Mecánico Industrial" empírico. Tenía alma de turco mi padre para llegar a ser lo que fue. El deseo de independencia, de autonomía y de demostrar capacidades a los demás como atributos, hizo que un humilde campesino como él, con apenas dos años de escuela primaria rural, con su ingenio llegara a ocupar una curul tan destacada y competente en el ramo de la Mecánica Industrial para aprender a desvararse... En el acto me levanté amodorrado todavía, salté de la cama y en seguida me dirigí a la ducha para bañarme, al abrir la regadera el agua fría corroyó mis huesos, grité de espanto al sentir su impacto al instante mojar mi cuerpo, aún caliente por el abrigo amañador de las cobijas. Mi madre, mujer buena, eficaz y hacendosa, ya estaba acicalada, casi lista en su arreglo personal. A esa hora Trajinaba subyugante en la cocina en los preparativos del desayuno. Se había puesto el vestido azul cielo de ir a misa y salir a pasear los domingos; para asistir conmigo garbosa a la escuela... después de un rato, estábamos juntos en el comedor departiendo solos y en silencio, un plato de "changua caballuna" con cilantro , "café negro" "panes de sal" y "tostadas". Mi padre como siempre a esa hora nos daba con su ausencia. Había salido para su trabajo. Mis hermanos (en ese momento eran dos...) apenas roncaban y se retorcían en la cama presos por el sueño, que sin preámbulos seguían entregados en los brazos de Morfeo de esa fría madrugada. ¿Qué otra cosa podían hacer? ¡Todo estaba listo, para la cita de ese día a las 8 de la mañana! El "hermanito Mario", rector de la escuela había sugerido a los padres de familia puntualidad en la hora de llegada. Para nosotros lograrlo, teníamos que caminar más de diez cuadras desde el lugar donde habitábamos... juntos salimos de casa con afán de llegar puntuales, rumbo a la escuela. Mi madre vislumbraba vestida con su sastre azul, blusa blanca y zapatos altos de tacones. Yo, me sentía extraño luciendo el uniforme: camisa blanca, saco gris, pantalón y zapatos negros, e incomodo cuando sentía el peso de mi maleta en mi espalda pletórica de libros, útiles escolares y cuadernos. Al salir de casa, me prendí de su mano para caminar al compás, sus zancadas eran más grandes y por ende le ganaban a las mías y yo no quería verme rezagado corriendo detrás de ella, tratándola de alcanzar. En el largo recorrido de la casa a la escuela, por el camino nos íbamos topando con otras madres y padres de familia presurosos y en igual de condiciones dirigiéndose a la cita de presentación en la escuela, llevando también de la mano a sus pequeños hijos. ¡Era el primer día de clase! ¡Cuánto relajo! ¡Nunca me olvidaré de ello! Así transcurrieron cinco largos años...¡ que parecen más y en realidad son menos! Porque en ese momento de adolecente escuelero ¡el tiempo no lo sentí rondarme, para mi habían pasado inadvertido sin sus funestos efectos ¡todo fue tan divertido: la escuela, el aula, los profesores, el aprendizaje (leer y escribir no es para menos...), mis compañeros y tantas cosas bellas...! "El tiempo es como una gatita traviesa. Se nos acerca a hurtadillas y se bebe el día como si fuera un tazón de leche" De esa época a la fecha han transcurrido muchos años. Aún recuerdo la fisonomía de mi viejo, su jovialidad, lo estricto, bonachón y rígido en su manera de ser al momento de tomar decisiones. Cuando de autoridad se trataba, era teso con el carácter suficiente para educar y corregir a seis varones y dos mujeres que fueron en total mis hermanos. Ahora, su imagen se diluye con el tiempo en mi memoria, pero prevalece: su ejemplo, sus valores y enseñanzas que han sido báculo formador de mi carácter. Lo llevo en mí todo el tiempo, como un libro abierto, como una marca innata que mientras viva, nunca se borrará de mi alma. ¡Te quiero mucho papá!
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