EL PECECITO DORADO
Publicado en Nov 08, 2010
Ella jamás se detenía en su camino, siempre llegaba a su destino sin hacer una sola parada, sin importar lo que pudiera suceder a su alrededor, debido a una extraña costumbre de llegar a tiempo, llegar a tiempo a los lugares, a las situaciones, a la vida y a las personas. Paso a paso iba pensando en los acontecimientos importantes del día, en como se había despertado a un nuevo amanecer colmado de inútiles e insignificantes sorpresas. Sus ojos anhelaban convertirse algún día en la protagonista de una historia fantástica, y así embriagar a su corazón y su cerebro de adrenalina, darle un giro drástico a su vida para comprender cuan grande es el mundo y su existencia.
Su madre siempre le había dicho que estaba destinada para grandes cosas, por esta razón su cabeza se alimentó de ideas y tiempo después sus manos, sus piernas, sus labios y su cuerpo entero le exigían ir en busca de nuevos valles, de un sol distinto con nubes de formas jamás vistas. Mientras que vagaba entre anhelos y deseos sus ojos se estrellaron con un hermoso lago, que parecía un río y si se usaba la imaginación podía simular todo un océano. Quedo maravillada con la hermosa imagen de las ondas marinas y pensó que aquella corriente debía haber recorrido un centenar de lugares, debía haber cruzado con su liquida presencia las flores de un país cubierto de colores; o talvez cubrió con su pesado y extenso cuerpo las ruinas de una civilización perdida; quizás hubiera sido tocado por las manos de los diosas de tierras lejanas y mágicas. En esos momentos en que se imaginó una trayectoria por orillas increíbles, jamás conocidas ni creadas por la mano de ningún escritor, quiso convertirse en agua, volverse etérea y mojada, deseó que las formas de su cuerpo se transformaran en las curvas de las olas. Ese día como nunca había pasado llegó dos horas después de loa cordado, pero su mente no se preocupaba por la vanalidad del tiempo, su inconciente se encontraba sumergido en una oleada de imágenes transparentes. Desde aquella noche todos sus sueños se convertía en una hermosa realidad paralela en la cual viajaba por Caracas, pasaba por Brasil, se detenía fascinada convertida en los canales de Venecia y así recorría el mundo entero, se mezclaba con miles de formas y texturas y veía con sus ojos de mar las más extravagantes culturas. De una momento a otro esta travesía se tornaba borrosa, salía de su mundo somnoliento y abriendo los ojos se daba cuenta de su humana forma y el único océano que veía era el de sus lágrimas. Cansada de soñar, una tarde fría de septiembre se detuvo frente al pequeño lago y comenzó a sentir que la llamaba, que la quería, que siempre había formado parte del agua pero había perdido su forma natural. Luego sonó un estallido y su cuerpo y el de la sustancia transparente se tocaron, por fin el encuentro y la transformación tan anhelados. Nadie jamás volvió a verla, pero todos recordaban quien era ella y cómo por mucho tiempo quiso convertirse en río, mar, océano. Algunos aseguran haberla visto por última vez sentada en el puente de aquel lago que tanto le gustaba, en ese en donde ahora vive un pececito dorado.
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Leticia Salazar Alba
Oscar Franco
Te invito a leer alguno de mis poemas. un abrazo.
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Oscar Franco
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marino santana rosario