El amigo en el espejo
Publicado en Nov 13, 2010
El amigo en el espejo
Parral, noviembre 3 de 1977, en una vieja casona de campo se escuchan los gritos, de una mujer, sollozos, palabras de aliento y nuevamente los gritos, era una mujer que estaba a punto de parir al último de sus ocho hijos. Cuando de pronto en la habitación se escuchó un gemido, el cual no tardo en convertirse en llanto y los sollozos de la mujer, pronto se convirtieron en palabras de alegría para con su hijo que acababa de nacer. El niño mas parecido a un tomate re-maduro que a un recién nacido, no tardó en colgarse de la teta de su madre, la cual a pesar de tener un discapacidad en sus piernas, al día siguiente ya andaba caminando con el chiquillo en brazos y de su otra mano colgando otro, mientras que los mayores se disponían a salir a ayudar al padre en las labores del campo. El mocoso creció fuerte y saludable y no tardo en cumplir su mayoría de edad y partir rumbo a la capital del país. Fue allí donde conoció a un amigo. Las coincidencias de la vida, el muchacho había nacido en la misma fecha que lo hiciera el campesino, y también tenía un dejo de aroma a campo, siendo al diferencia mas radical que el pueblerino había sido criado en una casa con todas las comodidades posibles, mientras que quien fuera criado en el campo, luego de ser destetado, la mayor parte de los días debía comer harina de trigo tostado, ya que la leche que le daban era desviada al padre, quien padecía una cruda y recurrente ulcera gástrica la cual la mayoría de las veces la intentaba curar con alcohol. Era una mes de febrero cuando ambos jóvenes salieron a caminar por un barrio mientras que los ojos del campesino se deleitaban con las luces de los enormes edificios de la capital y una que otra mujer que se cruzaba en el camino de ambos, siendo la mayoría de ellas prostitutas. El pueblerino a quien llamaremos Juan tenía bastante roce, y no tardo en ir a encamarse con una de las mujerzuelas, mientras que el muchacho miraba con cierta emoción por no decir que se había enamorado a primera vista de la prostituta. El corazón lentamente se le empezaba a llenar de ira al ver que su amigo manoseaba a la mujer y como si fuera un animal se montó sobre ella mientras la golpeaba, el intentó defenderla, pero unos amigotes o un proxeneta de la mujer le dio una puñalada en su espalda, dañándole uno de sus riñones el cual debió ser extirpado, desde entonces no supo de nada, sino hasta tres días mas tarde cuando despertó en una camilla de hospital. Su amigo, tal como el lo había llamado, ni siquiera fue a preguntar, ni mucho menos a verlo al hospital. De ello pasaron tres meses cuando en un bar se encontraron ambos jóvenes. Muchas gracias-le dijo el campesino- por ir a verme al hospital. Eso te pasa por defender a mujerzuelas-respondió el otro-ellas no son nada, o es que te enamoraste de ella. Mientras que el otro muchacho solamente respondió con silencio, se tomaron unas copas y pronto ya eran tan amigos como antes, es mas se fueron a vivir juntos a una casita que entre ambos pagaban, pues el pueblerino se había alejado de sus padres ya que no les quería deber nada a ninguno de ellos. El tiempo pasó y el pueblerino se había hecho adicto a las mujerzuelas, y fue así como cada fin de mes se llevaba a una de ellas hasta la casa. El campesino mordía su ira por la brutalidad con la cual las trataba y de vez en cuando no le faltaban las ganas por ir a encamarse con una de ellas, pero el dinero se le hacía poco y debía llegar a fin de mes con su misero sueldo. Un día le pareció extraño unas marcas de sangre en el piso, pero su amigo le dijo que había sido una de las prostitutas que andaba con la regla, y manchó tanto la cama como el piso, no había razón para no creerle, se había convertido en un cerdo, no le importaba se eran jóvenes, viejas, gordas o flacas, para él daba lo mismo. Un día despertó con una mancha de sangre junto a su cama, para ser mas preciso en la cabecera, debe haberme salido sangre de nariz-se dijo para sí, cuando un duro golpe en la puerta lo sacó de su tranquilidad. Era su amigo quien venía todo sudado y con sus manos llenas de sangre. El campesino le abrió la puerta y como si fuera el mismo lo empezó a limpiar cuidadosamente en la ducha, y pronto aprovechando que le habían dado un aumento de sueldo, pues lo celebraría con un asado, aprovecho de quemar las ropas ensangrentadas de su amigo. Que hiciste-le preguntó luego de haber bebido un par de copas, bueno mejor dicho un para de botellas, ya que ambos estaban bastante ebrios. Aquella noche se quedó a dormir con la luz encendida y no fue sino hasta la mañana siguiente y cuando al abrir los ojos que el campesino se encontró con una pistola apuntándole directamente a su cabeza, no hizo mas que voltear la mirada cuando pudo descubrir a su rededor a una decena de policías, quienes tenían a su amigo con las manos esposadas y se disponían a subirlo al furgón para transportar a los delincuentes. Increíblemente, ambos fueron subidos al mismo carro policial luego de recibir varios golpes de parte de los uniformados quienes querían que confesara, en que lugar había escondido los cuerpos de las quince mujeres que habían desaparecido. De ninguno de los dos hombres fue posible sacar palabra alguna, ambos hicieron el viaje desde su hogar hasta la penitenciaría con sus miradas fijas en el piso del vehiculo. Pasaron seis meses, había llegado la hora del juicio, la hora en la cual ambos debían pagar por los crímenes que cometiera sólo uno de los dos, sin embargo la justicia, no dudó ni por un instante que determinar que ambos eran culpables de tan horrendos crímenes, ya que encontraron en la casa algunas tablas flojas, las cuales colindaban a un basural en cuyo lugar había un pozo, el cual en otros años era utilizado para sacar arena, en el fondo, estaban los cuerpos mutilados de las mujeres. Que tienes que decir en tu defensa-dijo la juez. Quiero que busquen y comparen las huellas, aquí están mis manos, tomen todas y cada una de mis huellas soy un hombre inocente, ¿Por qué no comparan las huellas de mi compañero de juicio, es el quien todos los meses llevaba mujerzuelas hasta nuestra casa, mientras yo me guarecía en mi habitación escuchando como maltrataba y violaba un y otra vez a las mujeres. ¿Acaso no las escuchabas gritar por sus vidas?-preguntó la juez. No su señoría, solamente escuchaba los gritos de placer, usted sabe, este tipo de mujeres mientras las golpean, se excitan. Y ¿podrías señalar en esta sala al culpable de los crímenes?-dijo la juez. Yo solamente puedo acusar que mi amigo llevaba a mujeres hasta nuestra casa… ¿Y donde está sentado tu amigo?-dijo la juez. Es el hombre que viste camisa de rayas-respondió el hombre-está sentado a mi lado, su señoría. La jueza pareció fruncir el seño con la respuesta del acusado, pues al mirar a la sala no había nadie, estaba solamente el enfrentando a la justicia… Ahora dicen que tiene 33 años y vive en un hospital psiquiátrico, pues como se pudo constatar en cada una de las pruebas, tal amigo, solamente existió en su imaginación, y el debió y aun está pagando por los crímenes que cometiera. fin pd. agradecere sus comentarios.
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luna austral
abimael cabrera castaeda.
Felicitaciones.
Aete
kuky
Caranndor
un cordial saludo :caranndor
Emme
Saludos, Emme.
Verano Brisas
Gustavo Adolfo Vaca Narvaja
Felicitaciones
JUAN CARLOS
Un abrazo..Juan Carlos..
fairy
NO SEAS TU EL PROTAAGONISTA PUES TIENE TU MISMA EDAD JJJEJEEEE.......
MUY BUEN TEXTO TE FELICITO