Las apariencias engaan
Publicado en Nov 16, 2010
En extrañas circunstancias, infrecuentes, en mi vida,
conocí a una extravagante mujer, con la que yo, no tenía, sin ánimo de ofender, la menor analogía. Las cosas así se dan y se dieron ese día. El pelo rubio dorado, le llegaba a la cintura, abundante, ensortijado. Lo quitaba de su rostro. Rebelde se lo tapaba, impidiéndole leer en el viejo pentagrama, mientras, una melodía, con su flauta, ejecutaba. Busqué en mi bolso una cinta, le recogí los cabellos y los até a sus espaldas. Me agradeció con un gesto Y cuando ya me marchaba, corriendo se me acercó. Entonces caí en la cuenta, cuando mi boca besaba, la que imaginé mujer, no era lo que yo pensaba. A pesar de sus cabellos, de su túnica arrugada, de sus ojos como cielos y sus manos delicadas. Era todo un caballero y bien me lo demostraba.
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Filiberto Oliveros
te conseguiste un buen nardo / sin utilizar lunfardo //
Recibe mi consabido abrazo. Filiberto.