Me siento en el banquillo
Publicado en Nov 18, 2010
Me siento en el banquillo de mi contentamiento diurno:
Para mirar, para oír, para olfatear lo que pasa. Veo a las mulatas enfundadas en sus breves vestidos y mi imaginación se divierte despojándole de sus prendas. Blancas y oscuras las veo orbitando a mi derecha y me invade la serenidad que de sus poros sale en cascada. Hago señas para contener el aire y respirarlas y sé que la esencia femenina entra en todas mis raíces. Sus senos se levantan al tacto de pájaros invisibles y mi mirada les planta una caricia en el ombligo. Todas son majestuosas y a cada una le asigno un trono y con sus melenas eléctricas haría acordes de güitarra. Todas son para mí como frescas frambuesas que aliviarían mi garganta con sus pezones de dátiles. Cuando me doy cuenta ya la noche ha llegado y entonces me voy a mi lecho nocturno, del que sólo conocen las palomas
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